La petición final de Moisés es por obediencia a Dios (Deuteronomio 29:1-30:20)
Moisés concluye con la tercera sección, un llamamiento final a que las personas obedezcan el pacto con Dios, lo que llevará a la prosperidad humana. Esto refuerza sus exhortaciones anteriores en Deuteronomio 7:12-15 y 28:2-12. Un buen resumen está en Deuteronomio 30:15: “Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal”. La obediencia a Dios lleva a bendición y vida, mientras que la desobediencia lleva a maldiciones y muerte. En este contexto, “la obediencia a Dios” significaba guardar el pacto del Sinaí y por tanto era una obligación únicamente de Israel. Sin embargo, la obediencia a Dios que lleva a la bendición, es un principio atemporal que no se limita al pueblo antiguo de Israel, y aplica para el trabajo y la vida en la actualidad. Si amamos a Dios y hacemos lo que Él manda, descubrimos que es el mejor plan para nuestra vida y para el trabajo. Esto no quiere decir que nunca habrá dificultades y necesidad al seguir a Cristo (los cristianos pueden ser perseguidos, marginados o encarcelados); significa que aquellos que viven con piedad e integridad genuinas les irá bien, no solo porque tienen un buen carácter sino también porque están bajo la bendición de Dios. Incluso en tiempos perversos, cuando la obediencia a Dios puede llevar a la persecución, el dulce fruto de la bendición del Señor es mejor que el residuo amargo de la complicidad con el mal. En general, siempre estamos mejor en los caminos de Dios que en cualquier otro lugar.