La apatía debido a la riqueza (Amós 3:9-15; 6:1-7)
Los profetas critican a aquellos cuya riqueza los lleva a abandonar el trabajo por el bien común y a los que renuncian a cualquier sentido de responsabilidad por su prójimo. Amós relaciona la riqueza indolente con la opresión cuando acusa a los ricos ociosos de hacer el mal, ser violentos y robar (Am 3:10). Dios terminará rápidamente con la riqueza de tales personas. Él dice, “Derribaré también la casa de invierno junto con la casa de verano; también perecerán las casas de marfil” (Am 3:15). Amós lanza una explosión de crítica severa en contra de los lujos de “los que viven reposadamente en Sion” (Am 6:1) y señala que viven tranquilos mientras “se tienden sobre sus lechos” (Am 6:4) e “improvisan al son del arpa” (Am 6:5). Cuando Dios castiga a Israel, ellos “irán por tanto ahora al destierro a la cabeza de los desterrados” (Am 6:7).
Hoy día escuchamos quejas que son sorprendentemente similares en contra de aquellos que tienen riquezas pero no las usan para un buen propósito. Esto aplica para individuos y también corporaciones, gobiernos y otras instituciones que usan su riqueza para explotar las vulnerabilidades de otros, en vez de crear algo útil que sea proporcional a su riqueza. Muchos cristianos —tal vez la mayoría en Occidente— tienen en cierta medida la capacidad de cambiar estas cosas, al menos en su entorno laboral inmediato. Las palabras de los profetas presentan un reto y un aliento continuo a cuidar profundamente la forma en la que nuestro trabajo y nuestra riqueza atienden —o no— las necesidades de las personas a nuestro alrededor.