La integridad y la habilidad relacional son cualidades clave del liderazgo (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9)
El pasaje de 1 Timoteo 3:1–13 es bien conocido y tiene un paralelo en Tito 1:5–9. Tanto 1 Timoteo 3:1–7 como Tito 1:5–9 presentan los requisitos de los ancianos y los obispos (supervisores, NBLH),[1] mientras que 1 Timoteo 3:8–13 describe los requisitos de los diáconos, incluyendo, posiblemente, las mujeres diaconisas. Aunque se dan varios requisitos, lo que tienen en común es la integridad moral y la habilidad para relacionarse bien con las personas. La capacidad para enseñar, aunque se menciona como un requisito para los ancianos (1Ti 3:2; Tit 1:9), no recibe el mismo énfasis en general. En estas listas, vemos de nuevo la conexión entre la casa y la iglesia: manejar bien a la familia se ve como un requisito para manejar la casa de Dios (1Ti 3:4–5; Tit 3:6; comparar con 1Ti 3:15). Reflexionaremos más sobre esta relación en una sección posterior.
Como señalamos anteriormente, diferentes organizaciones tienen diferentes misiones. Por tanto, los requisitos para el liderazgo son diferentes. No sería correcto aplicar este pasaje usándolo como una lista general de requisitos en los lugares de trabajo. Puede que ser “serio” (el requisito de ser “digno” se traduce como ser “serio” en algunas versiones en inglés) no sea un requisito correcto para un guía turístico, por ejemplo. Pero ¿qué hay de la prioridad que se le da a la integridad moral y a la habilidad relacional? Las cualidades morales como “irreprochable”, “limpia conciencia”, “fieles [o confiables] en todo”, y las cualidades relacionales como “hospitalario”, “no pendenciero” y “sobrio” son mucho más prominentes que las habilidades específicas y la experiencia.
Si esto aplica para el liderazgo de la iglesia, ¿también aplica para el liderazgo en el trabajo? Las faltas relacionales y morales ampliamente difundidas de algunos negocios y líderes gubernamentales prominentes en años recientes han hecho que la integridad, el carácter y las relaciones sean más importantes que nunca en la mayoría de trabajos. Es igual de importante seleccionar y desarrollar líderes en los lugares de trabajo, así como lo es en las iglesias. Pero mientras nos preparamos para nuestros trabajos y carreras laborales, ¿invertimos al menos una fracción del gran esfuerzo que dedicamos a desarrollar habilidades especializadas y acumular acreditaciones, a desarrollar un carácter ético y habilidades relacionales?
Es interesante que muchos de los líderes de la iglesia primitiva también eran líderes en su trabajo. Lidia era comerciante del producto valioso de las telas púrpura (Hch 16:14, 40). Dorcas fabricaba túnicas y ropas (Hch 9:36–41). Aquila y Priscila eran fabricantes de tiendas (o artículos de cuero) que se convirtieron en socios de negocios de Pablo. Estos líderes fueron eficaces en la iglesia después de haber demostrado que eran eficaces en el trabajo, y de haberse ganado el respeto de la comunidad en general. Tal vez los requisitos básicos del liderazgo en la iglesia, el trabajo y las esferas cívicas tienen mucho en común.
Ver Philip H. Towner, The Letters to Timothy and Titus [Las cartas a Timoteo y Tito], New International Commentary on the New Testament [Nuevo comentario internacional del Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Eerdmans, 2006), 246–47, para un análisis breve de los términos “anciano” (del griego presbyteros) y “supervisor” (episkopos).