Las creencias verdaderas resultan en organizaciones sólidas (1 Timoteo 1:1-11, 18-20; 3:14-16)
Uno de los temas que se repite y se resalta en 1 Timoteo es la estrecha relación entre la creencia y el comportamiento, o la enseñanza y la práctica. La enseñanza correcta o “sana” conduce a la piedad mientras que, en el mejor de los casos, la enseñanza falsa es improductiva, y en el peor, es fulminante. Desde el comienzo de la carta, Pablo le encarga a Timoteo que les ordene a algunos que no enseñen “doctrinas extrañas” (1Ti 1:3), porque esta doctrina extraña, junto con mitos y genealogías, no promueve “la edificación de Dios que es por la fe” (1Ti 1:4, RVC).
Pablo está hablando de la importancia de la sana doctrina en la iglesia, pero sus palabras también aplican para el lugar de trabajo. W. Edwards Deming, uno de los fundadores del mejoramiento continuo de la calidad, le llamó a su método un “sistema de conocimiento profundo”. Dijo, “cuando el individuo entiende el sistema de conocimiento profundo, aplicará los principios en toda clase de relación con otras personas. Tendrá una base para evaluar sus propias decisiones y para transformar las organizaciones a las que pertenece”.[1] El conocimiento de la verdad más profunda es esencial en cualquier organización.
Luke Timothy Johnson tradujo 1 Timoteo 1:4 de una forma más transparente como “la forma en la que Dios ordena la realidad como se comprende por la fe”.[2] La iglesia es —o debería ser— ordenada de acuerdo con lo que Dios dice. Pocos podrían discutirlo. Pero, ¿otras organizaciones también deberían ordenarse de acuerdo con lo que Dios quiere? El mundo grecorromano del siglo primero creía que la sociedad debía organizarse de acuerdo con la “naturaleza”. Por tanto, si la naturaleza es la creación de Dios, la forma en la que Dios ordena la creación también debería reflejarse en la forma en la que se ordena la sociedad. Como dice Johnson, “no existe una discontinuidad radical entre la voluntad de Dios y las estructuras de la sociedad. Las estructuras de la oikos (casa) y ekklēsia (iglesia) no solo se conectan entre ellas, sino que ambas son partes de la dispensación [administración] de Dios en el mundo”.[3] Los lugares de trabajo, las casas y las iglesias reflejan al único que ordena la creación.
En todos los trabajos es esencial entender verdaderamente las enseñanzas de Dios. Por ejemplo, un tema importante en la creación es que los seres humanos fueron creados como seres buenos. Luego caímos en pecado y una verdad cristiana fundamental es que Jesús vino para redimir a los pecadores. Por tanto, los trabajadores son seres humanos que pecan pero que pueden experimentar redención y volverse buenos, como siempre fue la intención de Dios. La verdad respecto a la bondad, el pecado y la redención se debe tener en cuenta en las prácticas organizacionales. Ni las iglesias ni los lugares de trabajo pueden funcionar apropiadamente si asumen que las personas son completamente buenas y que no pecan. Es necesario auditar las cuentas y detener el acoso. El servicio al cliente se debe recompensar. Se debe supervisar a los sacerdotes y pastores, empleados y ejecutivos. Similarmente, ni las iglesias ni los trabajos pueden asumir que las personas que se equivocan o pecan se deben desechar automáticamente. Se debe ofrecer redención y ayuda práctica para que haya una transformación. En las iglesias, el enfoque está en la redención espiritual y eterna. En los trabajos fuera de la iglesia, el enfoque está en una redención más limitada relacionada con la misión de la organización. El periodo de prueba, los planes de mejoramiento del desempeño, las segundas capacitaciones, la reasignación a una posición diferente, la mentoría y los programas de ayuda para el empleado —en vez del despido inmediato— son ejemplos de prácticas redentoras en algunos trabajos, especialmente en Occidente. Lo que concretamente es un acto redentor varía de forma considerable, dependiendo del tipo de organización, su misión, el ambiente cultural, legal y económico circundante y otros factores.
Si los cristianos en el mercado laboral desean entender cómo Dios quiere que actúen ellos y los que los rodean (comparar con 1Ti 3:15), deben entender la revelación de Dios en la Biblia y creer en ella. La verdad conduce al amor (1Ti 1:5), mientras que la falsa doctrina promueve las “especulaciones” (1Ti 1:4, NTV), las “discusiones” (1Ti 6:4) y la destrucción espiritual (1Ti 1:19). El conocimiento de los caminos de Dios revelados en Su Palabra no deben ser de dominio de los eruditos bíblicos solamente, y el entendimiento bíblico no solo es relevante dentro de la iglesia. Los trabajadores cristianos también deben conocer la Biblia, para que puedan funcionar en el mundo de acuerdo con la voluntad de Dios y para Su gloria.
Todos los cristianos tienen un rol de liderazgo independientemente de su posición en la organización. Por lo general, los ejecutivos tienen más oportunidades de determinar la estrategia y la estructura de una organización. Sin embargo, todos los trabajadores tienen oportunidades continuas de desarrollar buenas relaciones, producir excelentes productos y servicios, actuar con integridad, ayudar a otros a desarrollar sus habilidades y determinar la cultura de sus grupos de trabajo inmediatos. Todos tienen una esfera de influencia en el trabajo. Pablo le aconsejó a Timoteo que no dejara que su aparente falta de estatus le impidiera hacer la diferencia. “No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza” (1Ti 4:12).
Es interesante notar que parte de esta realidad ya se percibe en los lugares de trabajo contemporáneos. Muchas organizaciones tienen “declaraciones sobre la misión” y “valores esenciales”. Estas expresiones en las organizaciones seculares significan prácticamente lo mismo que “creencias” o “doctrina” en las iglesias. Las organizaciones como las iglesias, le prestan mucha atención a la cultura. Esta es una evidencia más de que lo que los trabajadores creen o lo que una organización enseña afecta la forma en que las personas se comportan. Los cristianos en el trabajo debemos estar al frente de los esfuerzos para determinar los valores, la misión y la cultura de las organizaciones en las que participamos, en la medida en que sea posible.
W. Edwards Deming, The New Economics for Industry, Government, Education [La nueva economía para la industria, el gobierno y la educación], 2ª ed. (Cambridge, MA: MIT Press, 2000), 92.
Luke Timothy Johnson, The First and Second Letters to Timothy: A New Translation with Introduction and Commentary [La primera y la segunda carta a Timoteo: una nueva traducción con introducción y comentario], The Anchor Yale Bible Commentaries [Comentarios de la Biblia Anchor Yale] (Nueva York: Doubleday, 2001), 149.
Johnson, The First and Second Letters to Timothy [La primera y la segunda carta a Timoteo], 149.