“Solo, las cosas me van bien” (Colosenses 2:1-23)
Pablo les advierte a los colosenses que no deben regresar a su antigua orientación de ayudarse a sí mismos. “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Col 2:8). En “Un hombre bueno es difícil de encontrar”, Flannery O’Connor pone estas palabras de forma irónica —”solo, las cosas me van bien”— en la boca de un asesino en serie que proclama que no necesita a Jesús.[1] Este es un resumen acertado de la filosofía de los falsos maestros que abundaban entre los santos en Colosas. En su “religión humana” (Col 2:23), el progreso espiritual se podía alcanzar por medio del trato severo del cuerpo, de visiones místicas (Col 2:18) y de guardar días especiales y leyes relacionadas con los alimentos (Col 2:16, probablemente derivado del Antiguo Testamento). Estos maestros creían que al poner en orden los recursos que tenían a su disposición, podrían vencer el pecado en sus propias fuerzas.
Esta importante idea sienta las bases para las exhortaciones de Pablo a los trabajadores más adelante en la carta. El progreso genuino en la fe —incluyendo el progreso de la forma en que glorificamos a Dios en nuestro trabajo— solamente puede emanar de nuestra confianza en la obra de Dios en nosotros por medio de Cristo.
Flannery O’Connor, “A Good Man Is Hard to Find” [Un hombre bueno es difícil de encontrar], en Collected Works [Obras completas] (Nueva York: Library of America, 1988).