Vivir en Cristo (Gálatas 5 - 6)
Gálatas 5:1 es el punto culminante de los primeros cuatro capítulos, el cual presenta un llamado enérgico a la libertad. “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud”. Esto no significa que los cristianos deben hacer todo lo que se les antoje, gratificar sus propios deseos pecaminosos y dejar de lado a los que están a su alrededor. Por el contrario, Pablo explica, “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá 5:13). En Cristo, los cristianos somos libres de la esclavitud a este mundo y su poder, lo que incluye la ley de Moisés. Sin embargo, en esta libertad, debemos escoger por amor servirnos los unos a los otros con humildad. Tal “esclavitud” no es estar en cautiverio, sino ejercer de una forma paradójica la verdadera libertad en Cristo.
Vivir en el Espíritu (Gálatas 5:13-23)
Regresar al Índice Regresar al ÍndiceEl Espíritu de Dios, que recibimos los cristianos cuando creemos en las buenas nuevas de Cristo (Gá 3:2–5), nos ayuda a vivir nuestra fe todos los días (Gá 5:16). Los que “andan por el Espíritu” rechazan y están a salvo del “deseo de la carne”, que incluye “inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes” (Gá 5:19–21). Algunas partes de esta lista evocan en gran manera la vida en muchos lugares de trabajo, como por ejemplo los pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia. Incluso las prácticas aparentemente religiosas, tales como la idolatría y la hechicería, se manifiestan de formas reales en el lugar de trabajo. Si somos llamados a vivir en el Espíritu, somos llamados a vivir en el Espíritu en el trabajo.
Pablo nos advierte específicamente que no debemos usar la libertad como “un pretexto para la carne” (Gá 5:13). En cambio, nos insta, “servíos por amor los unos a los otros”. En el trabajo, esto significa que debemos ayudar a nuestros compañeros incluso cuando sean nuestra competencia o estemos en desacuerdo con ellos. Debemos enfrentar y corregir nuestros celos, enojo, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia (ver Mt 18:15–17) de una forma justa, en vez de alimentar el resentimiento. Debemos crear productos y servicios que sobrepasen las expectativas legítimas de nuestros clientes, porque un verdadero siervo busca lo mejor para la persona a la que sirve, no simplemente lo que es adecuado.
Sin embargo, el Espíritu de Dios no es solo un detractor divino que nos evita problemas. En cambio, el Espíritu que trabaja en los creyentes produce nuevas actitudes y acciones. En agricultura, la fruta es el resultado delicioso del crecimiento y cultivo a largo plazo. La metáfora “fruto del Espíritu” indica que a Dios le interesa la clase de personas en las que nos estamos convirtiendo, no solamente lo que estamos haciendo hoy. Debemos cultivar “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gá 5:22–23) durante toda la vida. No hay razón para creer que este fruto está diseñado solamente para las relaciones entre cristianos en nuestras iglesias y familias. Por el contrario, así como debemos ser guiados por el Espíritu en todas las áreas de la vida, también debemos demostrar el fruto del Espíritu en cualquier lugar en donde estemos, incluyendo el lugar en donde trabajamos. La paciencia en el trabajo, por ejemplo, no se refiere a ser indeciso o no actuar rápidamente en temas de negocios. En cambio, implica ser libres de la ansiedad que puede tentarnos a actuar antes del momento preciso, como por ejemplo al despedir a un empleado en un ataque de ira, regañar a un colega antes de escuchar su explicación, demandar una respuesta antes de que un estudiante tenga tiempo de considerarla, o cortar el cabello de un cliente antes de estar totalmente seguro de qué clase de corte quiere. Si creemos que el fruto del Espíritu tiene poco que ver con el trabajo, tal vez tenemos una idea reducida de lo que es en realidad este fruto.
Trabajar por el bien de otros (Gálatas 6:1-10)
Regresar al Índice Regresar al ÍndiceLa primera parte de Gálatas 6 usa diferentes palabras relacionadas con el trabajo para enseñarle a los cristianos a cuidar a otros en formas tangibles. Los cristianos debemos ser generosos con los demás al llevar “los unos las cargas de los otros” (Gá 6:2). Sin embargo, para que no nos venza el orgullo y creamos que nuestro trabajo a favor de otros es una excusa para el mal desempeño, cada creyente debe examinar “su propia obra” y llevar “su propia carga” (Gá 6:4–5).
Pablo usa la analogía de la siembra y la cosecha para animar a los gálatas a enfocarse en la vida del Espíritu en vez de la carne (Gá 6:7–8). Sembrar en el Espíritu requiere un esfuerzo con propósito: “hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe” (Gá 6:10). Los cristianos debemos trabajar por el bien común y además, cuidar a los demás creyentes. Es seguro que, si nuestra responsabilidad es hacerle bien a otros, el trabajo es uno de los lugares en donde lo debemos poner en práctica.
El centro del evangelio (Gálatas 6:11-18)
Regresar al Índice Regresar al ÍndiceEn sus observaciones finales, Pablo les recuerda a los gálatas que el centro del evangelio es la cruz de Cristo: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo” (Gá 6:14).