El pan de vida (Juan 6)
El relato de Juan de la alimentación de los cinco mil (Jn 6:1–15) es un reflejo de muchos de los temas que vimos en la fiesta de bodas en Caná y en la sanación del hombre paralítico. Una vez más, Jesús trabaja para sustentar la vida en el mundo presente, incluso aunque la señal que hace apunte a la vida suprema que solo Él puede ofrecer. Sin embargo, Juan 6:27–29 plantea un reto particular para la teología del trabajo:
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a Éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con Su sello. Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que Él ha enviado.
Una lectura rápida revela al menos dos cuestiones importantes: primero, parece que Jesús promulga un mandato directo de no trabajar; y segundo, parece que incluso el trabajo para Dios lo reduce a la creencia.
La primera cuestión es bastante sencilla de tratar. Toda la Escritura, así como todo tipo de comunicación, se debe ver en contexto. El tema en Juan 6 es que las personas quieren mantener cerca a Jesús para que les sirva como un rey panadero mágico que no permitirá que el pan se termine. Por tanto, cuando Jesús dice, “me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado” (Jn 6:26), los está reprendiendo por su miopía espiritual. Ellos comieron el pan pero eran incapaces de ver lo que significaba esta señal. Es la misma lección que aprendimos en el capítulo 4: la vida eterna no proviene de un suministro de alimento interminable, sino del Verbo vivo que proviene de la boca de Dios. Jesús deja el trabajo preliminar (servir pan) cuando no hay más resultados en el producto final deseado (la relación con Dios). Cualquier trabajador competente haría lo mismo. Si agregar más sal no hace que mejore el sabor de la sopa, un cocinero decente deja de agregarla. Jesús no quiere decir, “dejen de trabajar”, sino que dejen de trabajar por más cosas (alimento) cuando lo que necesitan no son más cosas. Esto puede sonar demasiado obvio como para que necesitemos que el Verbo de Dios nos lo diga, pero ¿quién entre nosotros no necesita escuchar esa verdad de nuevo cada día? La prohibición aparente en contra de trabajar para obtener ganancias temporales es una expresión hiperbólica diseñada para enfocarse en reparar la relación de la multitud con Dios.
La cuestión de que el trabajo se reduce simplemente a la creencia debemos verla en el contexto del resto del Evangelio y la teología de las cartas de Juan. A Juan le encanta llevar las cosas a los extremos. Por una parte, la gran estima que tiene por la soberanía y el poder creativo de Dios lo lleva a exaltar una dependencia humilde en Dios, como vemos en este capítulo. El trabajo de Dios para nuestro bien es infinito —solo necesitamos creerle y aceptar el trabajo de Dios en Cristo. Por otra parte, Jesús también es capaz de poner el énfasis en nuestra obediencia activa: “El que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” (1Jn 2:6) y de nuevo, “este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos” (1Jn 5:3). Podemos unir estos dos extremos con la expresión de Pablo de “la obediencia a la fe” (Ro 1:5), o Santiago 2:18, “yo te mostraré mi fe por mis obras”.