La mano de Jesús en todas las cosas (Juan 3:1-36)
Las discusiones de Jesús con Nicodemo y los discípulos guardan tesoros innumerables. Comenzaremos con un versículo que tiene implicaciones profundas para el trabajo humano: “El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su mano” (Jn 3:35). Aunque el contexto inmediato enfatiza el hecho de que el Hijo habla las palabras del Padre, lo que queda del Evangelio aclara que “todas las cosas” en realidad significa “todas las cosas”. Dios ha autorizado a Su Mesías a crear todas las cosas, Dios sustenta todas las cosas por medio de Él y Dios traerá todas las cosas a su propósito designado por medio de Él.
Este pasaje reitera lo que aprendimos en el prólogo: el Padre involucra al Hijo en la fundación y el sostenimiento del mundo. Lo que es nuevo es la revelación del por qué el Padre decide incluir al Hijo en vez de simplemente crearlo todo por Sí solo. Este fue un acto de amor. El Padre muestra Su amor por el Hijo al poner todas las cosas en Sus manos, comenzando con el acto de la creación. El mundo es un “trabajo de amor” en el sentido más amplio de la palabra. El trabajo debe ser algo más maravilloso de lo que creemos si aumentar la carga de trabajo de alguien es un acto de amor. Desarrollaremos esta importante idea aún más mientras vemos a Jesús en acción a través del resto del Evangelio.
Sin embargo, el capítulo 3 no solo reitera cómo el Verbo asumió la carne humana, sino que también ilustra el proceso inverso: cómo la carne humana se puede llenar con el Espíritu de Dios. “En verdad, en verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3:5). Recibimos el Espíritu de Dios (“entramos a Su reino”) por medio de una forma de nacimiento. El nacimiento es un proceso que ocurre en la carne. Cuando nos volvemos realmente espirituales, no eliminamos la carne ni entramos en un estado inmaterial. En cambio, somos nacidos de una forma más perfecta: nacidos “de nuevo” (Jn 3:3), en un estado de unión de Espíritu y carne, como el mismo Jesús.
Durante Su discusión con Nicodemo, Jesús dice que el que nace de nuevo “viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios” (Jn 3:21). Después, usa la metáfora de caminar en la luz para ilustrar la misma idea (Jn 8:12; 11:9–10; 12:35–36). Esto tiene implicaciones éticas importantes para el trabajo. Si estamos realizando nuestro trabajo de manera abierta, tenemos una herramienta poderosa para permanecer fieles a la ética del reino de Dios. Pero si nos encontramos escondiendo o cubriendo nuestro trabajo, por lo general es un indicador fuerte de que estamos siguiendo un camino falto de ética. Esta no es una regla inflexible, ya que Jesús mismo actuó en secreto algunas veces (Jn 7:10), igual que Sus seguidores, tales como José de Arimatea (Jn 19:38). Pero al menos nos podemos preguntar, “¿a quién está protegiendo mi secreto en realidad?”
Por ejemplo, piense en un hombre que lidera un negocio que evangeliza en África mientras construye botes que se usan en el lago Victoria. Él dice que con frecuencia se le acercan funcionarios locales que quieren que pague sobornos y esa solicitud siempre se hace en secreto. No es un pago documentado y abierto, como lo es una propina o un pago para obtener con más agilidad un servicio. No hay recibos y la transacción no se registra en ninguna parte. Él usa Juan 3:20–21 como inspiración para sacar estas solicitudes a la luz y le dirá al funcionario que está pidiendo el soborno, “no sé mucho acerca de esta clase de pagos. Me gustaría involucrar al embajador o la administración para que esto se documente”. Él ha descubierto que esta es una estrategia útil para tratar con los sobornos.
Es importante entender que la metáfora de caminar en la luz no es una regla que aplique de manera universal. La confidencialidad y el secreto pueden ser legítimos en el trabajo, así como en las cuestiones personales, la privacidad en línea o los secretos comerciales. Pero incluso si tratamos con información que no debería hacerse pública, es poco común que tengamos que actuar en total oscuridad. Si estamos escondiendo nuestras acciones de otros en nuestros departamentos o con personas que tienen un interés legítimo, o si nos avergonzaría que reportaran lo que hacemos en las noticias, puede que tengamos una buena indicación de que estamos actuando de forma poco ética.