Juan el bautista enseña acerca de la ética laboral (Lucas 3:8-14)
Gran parte del libro de Lucas presenta la enseñanza de Jesús. Casualmente, la primera enseñanza en Lucas se trata directamente del trabajo, aunque viene de Juan el bautista y no de Jesús. Juan exhorta a su audiencia a dar “frutos dignos de arrepentimiento” (Lc 3:8) para que no tengan que enfrentar juicio. Cuando le preguntan específicamente, “¿qué, pues, haremos?” (Lc 3:10, 12, 14), Juan responde en términos económicos, no religiosos. Primero, les dice a aquellos que tienen abundancia de posesiones (dos túnicas o abundante alimento) que compartan con los que no tienen nada (Lc 3:10). Luego les da instrucciones relacionadas directamente con su trabajo a los recaudadores de impuestos y a los soldados. Los recaudadores de impuestos debían cobrar solamente lo que se les exige, en vez de agrandar la factura fiscal y guardarse la diferencia. Los soldados no debían usar su poder para extorsionar y acusar falsamente a otros y debían estar contentos con su sueldo (Lc 3:13–14).
Cuando Juan les dice a los recaudadores de impuestos, “No exijáis más de lo que se os ha ordenado” (Lc 3:13), le estaba hablando de forma drástica a una profesión marcada por la injusticia arraigada y sistémica. Los impuestos en toda Palestina se recogían por medio de un sistema de “agricultura tributaria” en el que los gobernadores y otros oficiales de alto rango delegaban el derecho de cobrar impuestos en sus jurisdicciones.[1] Con el fin de ganar un contrato, un recaudador potencial de impuestos debía acceder a darle al oficial cierta cantidad más allá del impuesto romano real. De igual manera, la ganancia de los recaudadores de impuestos era lo que cobraban por encima de lo que les entregaban a los oficiales gubernamentales. Ya que el pueblo no tenía forma de saber cuál era el impuesto romano real, tenían que pagar la cantidad que el recaudador de impuestos les cobrara. Habría sido difícil resistir la tentación de enriquecerse y casi imposible ganar concursos sin ofrecer grandes ganancias a los oficiales del gobierno.
Note que Juan no les ofrece la opción de dejar de ser recaudadores de impuestos. Esta situación es similar a la de aquellos que Lucas llama “soldados”. Es probable que estos no sean soldados romanos disciplinados sino empleados de Herodes, quien en esa época reinaba sobre Galilea como un rey cliente de Roma. Los soldados de Herodes podían usar su autoridad para intimidar, extorsionar y asegurar su propio beneficio, y fue lo que hicieron. La instrucción de Juan a estos trabajadores es que traigan justicia a un sistema que ha sido profundamente marcado por la injusticia. No debemos subestimar la dificultad que esto representaba. Tener la ciudadanía del reino de Dios mientras se vive bajo el reino de los reyes del mundo caído puede ser peligroso y difícil.
John Nolland, Luke 1–9:20 [Lucas 1–9:20], vol. 35a, Word Biblical Commentary [Comentario bíblico de la Palabra] (Nashville: Thomas Nelson, 1989), 150: “Los recaudadores de impuestos tenían que trabajar en un contexto social con estructuras definidas por sobornos y corrupción. El recaudador de impuestos honesto enfrentaba problemas semejantes a los que enfrenta hoy un hombre de negocios que busca actuar sin corrupción en relación con las burocracias de ciertos países”. Robert H. Stein, Luke [Lucas] (Nashville: Broadman, 1992), 134: “Es probable que estos no fueran soldados romanos sino judíos contratados por Herodes Antipas (comparar con Josefo, Antigüedades judías 18.5.1 [18.113]), tal vez para ayudar a los recaudadores de impuestos en sus tareas. A los soldados… [Jesús] no les exigía que renunciaran, sino que evitaran los pecados inherentes a su profesión, es decir, la intimidación violenta (‘la extorsión’), el robo por medio de la acusación falsa y la insatisfacción con los salarios (o tal vez ‘raciones’).”