Invertir en el trabajo de Jesús (Lucas 8:3; 10:7)
La parábola del mayordomo infiel (Lc 16:1–13) enseña la importancia de usar el dinero sabiamente. Lucas ofrece ejemplos de personas que invierten su dinero en el trabajo de Jesús, como María Magdalena, Juana y Susana, que se nombran junto a los doce discípulos debido a que apoyaron financieramente el trabajo de Jesús. Es sorprendente que las mujeres figuren en esta lista de una forma tan prominente, ya que pocas mujeres en el mundo antiguo poseían riquezas. Sin embargo, fueron parte de los que “de sus bienes personales contribuían al sostenimiento de ellos” (Lc 8:3). Después, cuando Jesús envía evangelistas, les dice que dependan de la generosidad de las personas entre las que sirven, “porque el obrero es digno de su salario” (Lc 10:7).
Lo que puede ser sorprendente es que estos dos comentarios, que parecen imprevistos de alguna manera, son todo lo que Lucas dice acerca de dar a lo que ahora reconoceríamos como la iglesia. Comparado con el interés incesante que Jesús demuestra por darle al pobre, no hace mucho énfasis en darle a la iglesia. Por ejemplo, en ningún lugar interpreta el diezmo del Antiguo Testamento como una pertenencia de la iglesia. Esto no quiere decir que Jesús establece la generosidad para el pobre como un aspecto en contra de la generosidad para la iglesia. En cambio, es un tema de énfasis. Deberíamos notar que dar dinero no es la única forma de ser generosos. Las personas también participan en el trabajo redentor de Dios al emplear de forma creativa sus habilidades, pasiones, relaciones y oraciones.