Conclusiones de Deuteronomio
Al volver a narrar los eventos de la historia inicial de Israel y la entrega de la ley por parte de Dios, Deuteronomio describe claramente la importancia del trabajo en el cumplimiento del pacto de Dios con Su pueblo. Los temas generales del libro son la necesidad de confiar en Dios, la obediencia de sus mandamientos y el recurrir a Él para recibir Su ayuda. Abandonar cualquiera de estos aspectos es caer en idolatría, la adoración de dioses falsos que nosotros mismos creamos. Aunque estos temas pueden sonar abstractos o filosóficos inicialmente, se dan en formas concretas y prácticas en el trabajo y la vida diaria. Cuando confiamos en Dios, le damos gracias por las cosas buenas que producimos porque Él nos da la habilidad. Reconocemos nuestras limitaciones y buscamos la guía de Dios. Tratamos a los demás con respeto. Guardamos un ritmo de trabajo y descanso que nos renueva tanto a nosotros mismos como a las personas que trabajan para nuestro beneficio. Obedecemos la autoridad diligentemente con un sentido correcto de justicia y ejercemos la autoridad sabiamente para el bien común. Limitamos nuestras opciones aceptando trabajos que sirven y no hieren a otros, fortalecen y no destruyen las familias ni las comunidades. Hacemos un uso generoso de los recursos que Dios pone a nuestra disposición y no nos apropiamos de los que le pertenecen a otros. Somos honestos en nuestros acuerdos con los demás. Nos preparamos para estar gozosos en el trabajo que Dios nos da y para no envidiar a los demás.
Todos los días tenemos oportunidades para ser agradecidos y generosos en el trabajo y para hacer que nuestra área de trabajo sea más justa, más libre y más enriquecedora para aquellos que trabajan con nosotros y para trabajar por el bien común. En diferentes formas, cada uno tiene la oportunidad —grande o pequeña— de transformarse a sí mismo, su familia y su comunidad y las naciones del mundo para que se erradiquen prácticas idólatras tales como la esclavitud y la explotación de trabajadores, la corrupción, la injusticia y la indiferencia ante la falta de recursos que sufren los pobres.
No obstante, si Deuteronomio fuera solamente una lista de cosas que hacer y no hacer en nuestro trabajo, la carga sería intolerable. ¿Quién podría cumplir la ley aunque sea únicamente en el campo del trabajo? Por la gracia de Dios, Deuteronomio no es una lista de reglas sino una invitación a tener una relación con Dios. “Buscarás al Señor tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma” (Dt 4:29). “Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo Suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra” (Dt 7:6). Si vemos que nuestro trabajo se queda corto frente al estándar que muestra Deuteronomio, no dejemos que nuestra respuesta sea una determinación nefasta de esforzarnos más, sino que sea aceptar de forma reconfortante la invitación de Dios a tener una relación más cercana con Él. Una relación viva con Dios es la única esperanza que tenemos para recibir el poder de vivir de acuerdo con Su palabra. Por supuesto, este es el evangelio que enseñó Jesús, el cual está profundamente arraigado en el libro de Deuteronomio. Como dijo Jesús, “Mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mt 11:30). No es una lista imposible de exigencias, sino una invitación a acercarse a Dios. En esto se hace eco a las palabras de Moisés: “Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el Señor tu Dios, sino que temas al Señor tu Dios, que andes en todos Sus caminos, que le ames y que sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?” (Dt 10:12).