Filemón y el trabajo
Una aplicación del tema de la reciprocidad en el trabajo se menciona en Colosenses y se discute en la carta de Pablo a Filemón, el libro más corto de la Biblia. En Colosenses, Pablo menciona a Onésimo, “fiel y amado hermano” (Col 4:9). La carta a Filemón nos dice que Onésimo era el esclavo de un cristiano llamado Filemón (Flm 16). Aparentemente, Onésimo se escapó, se convirtió en cristiano y después se volvió asistente de Pablo (Flm 10–11, 15). Según la ley romana, Filemón tenía derecho a castigar severamente a Onésimo. Por otra parte, Pablo —como apóstol del Señor— tenía derecho a ordenarle a Filemón que liberara a Onésimo (Flm 17–20). Pero en vez de recurrir a una jerarquía de derechos, Pablo aplica el principio de la reciprocidad. Le pide a Filemón que perdone a Onésimo y no lo castigue de ninguna manera, mientras que al mismo tiempo le pide a Onésimo que regrese voluntariamente con Filemón. Les pide a ambos que se traten como hermanos y no como amo y esclavo (Flm 12–16). Aquí vemos una aplicación de tres partes del principio de reciprocidad entre Pablo, Filemón y Onésimo. Cada uno de ellos le debe algo a los otros. Cada uno tiene derecho sobre los otros. Pablo busca que se abandonen todas las deudas y los derechos en favor de un respeto y servicio mutuos. Aquí vemos cómo Pablo aplica las virtudes de la compasión, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia y el soportarse unos a otros (Col 3:12–13) en una situación laboral real.
Pablo usa la persuasión en vez de la orden (Flm 14), lo cual es una aplicación adicional del principio de reciprocidad. En vez de imponerle una solución a Filemón, se le acerca con respeto, le presenta un argumento persuasivo y deja la decisión en sus manos. Filemón no podría haber evitado ver el claro deseo de Pablo y su anuncio de que le haría seguimiento (Flm 21). Sin embargo, Pablo maneja la comunicación de una forma habilidosa, que es un modelo para resolver los problemas en el lugar de trabajo.