3 Juan y el trabajo

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Así como 2 Juan, 3 Juan es una carta tan corta que no está dividida en capítulos. Sin embargo, contiene dos pasajes que se aplican al trabajo.

El chisme (3 Juan 1-12)

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Juan le escribe esta carta a un “colaborador” (2Jn 8) llamado Gayo. En esta, demuestra un toque personal cuando dice, “ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud” (3Jn 2). Le presta atención al cuerpo (salud) y alma de su colaborador. En sí misma, esta es una lección importante para el lugar de trabajo: no debemos ver a los colegas como trabajadores simplemente, sino como personas integrales.

Luego, Juan se presenta a sí mismo como un ejemplo de alguien que no recibe un buen trato en su trabajo. Un miembro de la congregación llamado Diótrefes ha estado tratando de desvirtuar “nuestra autoridad”, dice Juan, al estar “contando chismes y mentiras contra nosotros” (3Jn 9–10, DHH). En sus tres cartas, la preocupación principal de Juan ha sido unir la verdad y el amor (3Jn 1). Diótrefes está haciendo todo lo contrario, ya que está hablando falsamente con odio. Casi se puede sentir el dolor de Pablo mientras dice, —usando la traducción más dramática de la Nueva Versión Internacional— “no dejaré de reprocharle su comportamiento, ya que, con palabras malintencionadas, habla contra nosotros solo por hablar” (3Jn 10, NVI).

Lo doblemente doloroso es que Diótrefes es un creyente. Esto nos recuerda que de por sí, ser cristianos no nos hace perfectos. Sin duda, Diótrefes piensa que él mismo tiene la razón. Lo que reconocemos como chismes falsos, él lo puede considerar como simplemente una advertencia para que otros puedan protegerse a sí mismos.

Cuando damos nuestra opinión de otros en el trabajo, ¿alguna vez damos una mala impresión de nosotros mismos o de los demás? Hay una pregunta simple que nos puede ayudar a vernos como nos ven los demás. ¿Hablaríamos de las personas de la misma forma si estuvieran presentes? Si no, es muy probable que estemos dando una falsa impresión de aquellos de los que hablamos y, además, que estemos dando una mala impresión de nosotros mismos. El mismo Juan, aunque tiene una queja contra Diótrefes, no está chismeando. Sabe que su carta será leída en voz alta en la iglesia, así que su queja no quedará oculta y Diótrefes la escuchará y podrá responder a ella.

Darle a su oponente una oportunidad de responder a su queja es un elemento esencial de la combinación de Juan de la verdad y el amor. Él cree que su queja contra Diótrefes es legítima, pero reconoce que su oponente merece la oportunidad de explicar o defenderse a sí mismo. Existe una gran diferencia con las campañas que realizan muchas figuras públicas hoy día, las cuales parecen juicios por televisión, en las que las insinuaciones se extienden a través de los medios de comunicación y donde no hay oportunidad de responder al mismo nivel.

Este principio no aplica solamente para la forma en la que hablamos de personas sino también de grupos. Denigrar colectivamente a otros es tan malo, o incluso peor, que chismear o calumniar a un individuo. Casi toda clase de trato injusto en el trabajo comienza al clasificar a las personas como miembros de un grupo inferior o peligroso. Cuando escuchemos que algo así suceda, tenemos la oportunidad de hablar en contra de los prejuicios y la culpa por asociación, y en favor de encontrar la verdad de la situación específica.

También es interesante que Juan elogia a Demetrio, el hermano que lleva la carta. Juan usa su influencia como líder en la iglesia para exaltar a Demetrio ante Gayo y su iglesia. Él lo alaba tanto por su vida llena de verdad como por el respeto que le tienen los demás creyentes. Los líderes en el trabajo pueden usar su poder e influencia de forma eficaz con el objetivo de la verdad, la justicia, el amor y la misericordia, incluso cuando el evangelio no sea reconocido abiertamente.

Saludar a las personas por su nombre (3 Juan 13-15)

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La carta termina con la misma idea que concluye 2 Juan. Juan debe comunicar ciertas cosas que sería mejor decirlas personalmente y no con papel y tinta (3Jn 13–14). Pero hay un cambio en 3 Juan que nos da otra idea para nuestro trabajo diario. Al final, Juan agrega, “Saluda a los amigos, a cada uno por nombre”. Decir el nombre de una persona le agrega valor al contacto personal que Juan reconoce como necesario en la comunicación.

Muchos de nosotros nos encontramos con cientos de personas en el curso de nuestro trabajo. Hasta cierto punto, necesitamos comunicarnos con otros, aunque sea solamente para no estrellarnos en los pasillos. ¿A cuántos de ellos los conocemos lo suficientemente bien como para saludarlos por su nombre? ¿Conoce el nombre del jefe del jefe de su jefe? Es probable que sí. ¿Conoce el nombre de la persona que saca la basura de su oficina? ¿Saluda a las personas por su nombre cuando tiene conflictos con ellos? ¿Se aprende los nombres de las personas nuevas que pueden necesitar su ayuda en cierto punto? Los nombres que memoriza y los que no pueden revelar mucho acerca de su nivel de respeto y compasión por las personas. A Juan le importa lo suficiente saludar a “cada” persona por su nombre.