Gálatas y el trabajo
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (Gá 5:13)
Introducción a Gálatas
Regresar al Índice Regresar al Índice¿Cómo vivimos los que creemos en Jesucristo? Si la vida cristiana comienza cuando ponemos nuestra fe en Cristo como Salvador y Señor, ¿cómo expresamos esta fe en nuestra vida diaria, incluyendo nuestro trabajo?
Para muchos de nosotros, la respuesta a estas preguntas se basa en hacer que nuestro comportamiento coincida con ciertas reglas básicas. Entonces, por ejemplo, cuando se trata del trabajo podríamos adoptar la siguiente lista de cosas por hacer: (1) ser respetuosos con los colegas; (2) no usar un lenguaje inapropiado; (3) no chismear; (4) tomar decisiones basadas en valores bíblicos; y (5) hablar de la fe en Cristo si es posible. Aunque fácilmente esta lista podría ser mucho más larga, es una guía útil que refleja prioridades bíblicas.
No obstante, una lista como esta puede representar un peligro para los cristianos, ya sea en el trabajo o en cualquier otro lugar. Es el peligro del legalismo, de hacer de la vida cristiana un conjunto de reglas, en vez de una respuesta libre a la gracia de Dios en Cristo y una red de relaciones centradas en Él. Además, comúnmente, los que toman la vida cristiana de una forma legalista tienden a agregar a su lista cosas que no son esenciales y tal vez ni siquiera correctas.
Pablo y los gálatas
Esto es exactamente lo que ocurrió con los creyentes en Galacia a mediados del primer siglo. Como respuesta a la predicación del apóstol Pablo, habían puesto su fe en Cristo y comenzaron a vivir como cristianos. Pero poco tiempo después comenzaron a vivir de acuerdo con una lista de cosas por hacer y no hacer. En este esfuerzo, los gálatas fueron influenciados por personas externas que decían ser cristianas e insistían en que la vida cristiana demandaba guardar la ley de Moisés, como lo veían algunas escuelas de pensamiento contemporáneas. En particular, estos “judaizantes” estaban incitando a los gálatas a vivir como judíos en cuanto a la circuncisión (Gá 5:2–12) y la ley ceremonial (Gá 4:10).
Pablo escribió la carta que llamamos “Gálatas” para hacer que los cristianos en Galacia volvieran al camino correcto. Aunque no abordó temas de trabajo directamente, sus instrucciones básicas para la vida cristiana tienen mucho que decir respecto a nuestro interés en la fe y el trabajo. Además, Gálatas contiene metáforas relacionadas con el trabajo, especialmente con la práctica de la esclavitud del primer siglo. De acuerdo con Pablo, los cristianos deben vivir en libertad, no en esclavitud a la ley de Moisés y otros poderes terrenales (Gá 4:1–11). Sin embargo, irónicamente, los que echan mano de su libertad en Cristo deberían decidir “servirse por amor los unos a los otros” (Gá 5:13).
Casi de forma unánime, los eruditos bíblicos están de acuerdo en que el apóstol Pablo escribió Gálatas para un grupo de iglesias en la provincia romana de Galacia, en lo que hoy es Turquía central, en algún momento entre los años 49 y 58 d. C.[1] Pablo les estaba escribiendo a las iglesias que había fundado luego de haber predicado las buenas nuevas de Jesucristo. Estas iglesias existían en un ambiente cultural y religioso diverso y habían sido influenciadas recientemente por judaizantes (cristianos judíos que argumentaban que los cristianos debían guardar toda la ley si querían experimentar la vida cristiana en toda su plenitud).
En su respuesta a los gálatas y a los judaizantes que los estaban corrompiendo, Pablo hace énfasis en la libertad que tenemos en Cristo. Cuando lo aplicamos al trabajo, Gálatas nos ayuda a entender y hacer nuestra labor con la libertad que es un aspecto esencial del evangelio de Jesucristo.
Después de presentarse, Pablo saluda a los gálatas refiriéndose a Cristo como el “que se dio a Sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo” (Gá 1:3). De este modo introduce el tema de la libertad, que es fundamental en la carta a los gálatas y para la vida como creyentes en Jesús.
Ver Richard N. Longenecker, Galatians [Gálatas], vol. 41 del Word Biblical Commentary [Comentario bíblico de la Palabra] (Waco, TX: Word, 1990), lxxiii–lxxxvii.
Entender la vida en Cristo (Gálatas 1:6 - 4:31)
Regresar al Índice Regresar al ÍndicePablo inicia identificando el problema entre los gálatas. Decidieron “seguir un evangelio diferente” (Gá 1:6). Este “evangelio” les manda a los gentiles “vivir como judíos” (Gá 2:14). Para mostrar que este “evangelio” en realidad no es un evangelio en absoluto —es decir, no son buenas noticias—, Pablo presenta varios argumentos, incluyendo su autobiografía (Gá 1:10–2:21), el recibimiento del Espíritu por medio de la fe (Gá 3:1–5), la descendencia de Abraham por medio de la fe (Gá 3:6–29), la analogía de los esclavos y los hijos (Gá 4:1–11), una petición personal y emocional (Gá 4:12–20), y la alegoría de la mujer esclava y la mujer libre (Gá 4:21–31).
En varios puntos de su explicación de la vida cristiana en los capítulos 1–4, Pablo usa el lenguaje y las imágenes de la servidumbre (esclavitud) para fortalecer su perspectiva de la vida en Cristo. Por medio de su fe en Cristo, los gálatas han sido liberados de la esclavitud, que en Gálatas significa principalmente la ausencia de libertad. “Ya no eres siervo, sino hijo” (Gá 4:7). Su deseo de cumplir la ley de Moisés en vez de depender de su fe es, en efecto, un regreso sin sentido al cautiverio de la esclavitud (Gá 4:8–10). Incluso la ley de Moisés, cuando se entiende apropiadamente, exalta la libertad por encima de la esclavitud a la misma ley (Gá 4:21–31).
Entonces, vemos que Pablo usa imágenes del trabajo (la esclavitud) para ilustrar un concepto espiritual acerca del legalismo religioso, y dicho concepto aplica directamente para el trabajo mismo. Un trabajo legalista —en el que los jefes tratan de controlar cada movimiento, cada palabra y cada pensamiento que tienen los empleados— va en contra de la libertad en Cristo. Los trabajadores de todo tipo deben obedecer a sus superiores. Y las organizaciones de todo tipo deben darle libertad a sus trabajadores de una forma compatible con las verdaderas necesidades del trabajo.
Vivir en Cristo (Gálatas 5 - 6)
Regresar al Índice Regresar al ÍndiceGálatas 5:1 es el punto culminante de los primeros cuatro capítulos, el cual presenta un llamado enérgico a la libertad. “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud”. Esto no significa que los cristianos deben hacer todo lo que se les antoje, gratificar sus propios deseos pecaminosos y dejar de lado a los que están a su alrededor. Por el contrario, Pablo explica, “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (Gá 5:13). En Cristo, los cristianos somos libres de la esclavitud a este mundo y su poder, lo que incluye la ley de Moisés. Sin embargo, en esta libertad, debemos escoger por amor servirnos los unos a los otros con humildad. Tal “esclavitud” no es estar en cautiverio, sino ejercer de una forma paradójica la verdadera libertad en Cristo.
Vivir en el Espíritu (Gálatas 5:13-23)
Regresar al ÍndiceEl Espíritu de Dios, que recibimos los cristianos cuando creemos en las buenas nuevas de Cristo (Gá 3:2–5), nos ayuda a vivir nuestra fe todos los días (Gá 5:16). Los que “andan por el Espíritu” rechazan y están a salvo del “deseo de la carne”, que incluye “inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes” (Gá 5:19–21). Algunas partes de esta lista evocan en gran manera la vida en muchos lugares de trabajo, como por ejemplo los pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia. Incluso las prácticas aparentemente religiosas, tales como la idolatría y la hechicería, se manifiestan de formas reales en el lugar de trabajo. Si somos llamados a vivir en el Espíritu, somos llamados a vivir en el Espíritu en el trabajo.
Pablo nos advierte específicamente que no debemos usar la libertad como “un pretexto para la carne” (Gá 5:13). En cambio, nos insta, “servíos por amor los unos a los otros”. En el trabajo, esto significa que debemos ayudar a nuestros compañeros incluso cuando sean nuestra competencia o estemos en desacuerdo con ellos. Debemos enfrentar y corregir nuestros celos, enojo, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia (ver Mt 18:15–17) de una forma justa, en vez de alimentar el resentimiento. Debemos crear productos y servicios que sobrepasen las expectativas legítimas de nuestros clientes, porque un verdadero siervo busca lo mejor para la persona a la que sirve, no simplemente lo que es adecuado.
Sin embargo, el Espíritu de Dios no es solo un detractor divino que nos evita problemas. En cambio, el Espíritu que trabaja en los creyentes produce nuevas actitudes y acciones. En agricultura, la fruta es el resultado delicioso del crecimiento y cultivo a largo plazo. La metáfora “fruto del Espíritu” indica que a Dios le interesa la clase de personas en las que nos estamos convirtiendo, no solamente lo que estamos haciendo hoy. Debemos cultivar “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gá 5:22–23) durante toda la vida. No hay razón para creer que este fruto está diseñado solamente para las relaciones entre cristianos en nuestras iglesias y familias. Por el contrario, así como debemos ser guiados por el Espíritu en todas las áreas de la vida, también debemos demostrar el fruto del Espíritu en cualquier lugar en donde estemos, incluyendo el lugar en donde trabajamos. La paciencia en el trabajo, por ejemplo, no se refiere a ser indeciso o no actuar rápidamente en temas de negocios. En cambio, implica ser libres de la ansiedad que puede tentarnos a actuar antes del momento preciso, como por ejemplo al despedir a un empleado en un ataque de ira, regañar a un colega antes de escuchar su explicación, demandar una respuesta antes de que un estudiante tenga tiempo de considerarla, o cortar el cabello de un cliente antes de estar totalmente seguro de qué clase de corte quiere. Si creemos que el fruto del Espíritu tiene poco que ver con el trabajo, tal vez tenemos una idea reducida de lo que es en realidad este fruto.
Trabajar por el bien de otros (Gálatas 6:1-10)
Regresar al ÍndiceLa primera parte de Gálatas 6 usa diferentes palabras relacionadas con el trabajo para enseñarle a los cristianos a cuidar a otros en formas tangibles. Los cristianos debemos ser generosos con los demás al llevar “los unos las cargas de los otros” (Gá 6:2). Sin embargo, para que no nos venza el orgullo y creamos que nuestro trabajo a favor de otros es una excusa para el mal desempeño, cada creyente debe examinar “su propia obra” y llevar “su propia carga” (Gá 6:4–5).
Pablo usa la analogía de la siembra y la cosecha para animar a los gálatas a enfocarse en la vida del Espíritu en vez de la carne (Gá 6:7–8). Sembrar en el Espíritu requiere un esfuerzo con propósito: “hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe” (Gá 6:10). Los cristianos debemos trabajar por el bien común y además, cuidar a los demás creyentes. Es seguro que, si nuestra responsabilidad es hacerle bien a otros, el trabajo es uno de los lugares en donde lo debemos poner en práctica.
El centro del evangelio (Gálatas 6:11-18)
Regresar al ÍndiceEn sus observaciones finales, Pablo les recuerda a los gálatas que el centro del evangelio es la cruz de Cristo: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo” (Gá 6:14).
Conclusión de Gálatas
Regresar al Índice Regresar al ÍndiceEn su uso del lenguaje de la crucifixión al final del libro (Gá 6:14), Pablo hace eco de lo que había dicho antes en la carta: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí” (Gá 2:20). La fe en Cristo no se trata solamente de creer ciertos hechos acerca de Su vida, muerte y resurrección, sino también morir con Él para que pueda vivir en nosotros. Esta realidad de “Cristo en nosotros” no desaparece cuando entramos a nuestras oficinas, bodegas, tiendas y salas de juntas. En cambio, nos exhorta y nos empodera para vivir para Cristo, en el poder del Espíritu, en todo momento y en todo lugar.
La vida cristiana se basa en la fe, pero la fe no es estar de acuerdo de forma pasiva con la verdad del evangelio. Más bien, en la experiencia diaria del cristiano, la fe se vuelve viva y activa. De acuerdo con Pablo, hasta se puede decir que la fe “trabaja por medio del amor” (Gá 5:6, PDT). Por tanto, la fe que trabaja en nuestras vidas revitaliza nuestros actos de amor, incluso mientras el Espíritu de Dios nos ayuda a ser más amorosos, tanto en corazón como en acción (Gá 5:22). Rechazamos la esclavitud de intentar justificarnos por medio de nuestras obras. Sin embargo, cuando abrazamos nuestra libertad en Cristo por medio de la fe, nuestro trabajo conduce al amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio. Vemos nuestro trabajo como uno de los principales contextos en los que echamos mano de nuestra libertad en Cristo para amar a otros y hacerle bien a todos (Gá 6:10). Si no vemos el fruto de la fe en nuestros lugares de trabajo, no estamos permitiendo que Cristo domine una parte importante de nuestra vida.