Un poema sobre la juventud y la vejez (Eclesiastés 11:7-12:8)
El Predicador concluye con un poema que exhorta a los jóvenes al buen ánimo (Ec 11:7-12:1) y vuelve a narrar los problemas de la vejez (Ec 12:2-8). Allí recapitula el patrón que se encuentra en las secciones anteriores del libro. Hay muchas cosas buenas en nuestra vida y en el trabajo, pero a fin de cuentas todo es pasajero. El maestro termina como comienza: “Vanidad de vanidades, dice el Predicador, todo es vanidad” (Ec 12:8).