La restauración del templo (Esdras 1:1-6:22)
El libro de Esdras comienza con un decreto del rey Ciro de Persia que les permite a los judíos regresar a Jerusalén a reconstruir el templo que había sido destruido por los babilonios en el año 587 a. C. (Esd 1:2-4). La introducción a este decreto especifica cuándo fue proclamado: “En el primer año de Ciro, rey de Persia” (539-538 a. C., poco después de que Persia derrotara a Babilonia). También nos presenta uno de los temas principales de Esdras y Nehemías: la relación entre el trabajo divino y el trabajo humano. Ciro hizo su proclamación “para que se cumpliera la palabra del Señor por boca de Jeremías”, y porque “el Señor movió el espíritu de Ciro, rey de Persia” (Esd 1:1). Ciro estaba haciendo su trabajo como rey, persiguiendo sus propósitos personales e institucionales, pero este fue un resultado del trabajo de Dios dentro de él, que favoreció los propósitos mismos de Dios. En el primer versículo de Esdras percibimos que Dios está en control aunque decide trabajar por medio de seres humanos, incluso reyes gentiles, para hacer Su voluntad.
En la actualidad, los cristianos en sus lugares de trabajo también viven confiando que Dios está actuando por medio de las decisiones y acciones de personas e instituciones incrédulas. Ciro fue el instrumento escogido por Dios, ya sea que Ciro mismo lo reconociera o no. Similarmente, las acciones de nuestros jefes, compañeros de trabajo, clientes y proveedores, competidores, reguladores o una multitud de otros actores pueden estar promoviendo el trabajo del reino de Dios de forma desapercibida para ellos o para nosotros. Esto debería evitar que caigamos en la desesperación y la arrogancia. Si parece que el pueblo y los valores cristianos están ausentes en nuestro lugar de trabajo, no nos desesperemos, Dios sigue trabajando. Por otra parte, si se siente tentado a verse a usted mismo o a su organización como un modelo de virtud cristiana, ¡tenga cuidado! Dios puede estar alcanzando más de lo que usted se imagina por medio de aquellos que tienen una conexión menos visible con Él. Ciertamente, el trabajo de Dios por medio de Ciro —quien siguió siendo rico, poderoso e incrédulo, incluso mientras muchas personas del pueblo de Dios se recuperaban de a poco de la pobreza del exilio— debería advertirnos a que no esperemos la riqueza y el poder como recompensas seguras por nuestro trabajo fiel. Dios está usando todas las cosas para trabajar por Su reino, no necesariamente por nuestro triunfo personal.
El trabajo de Dios continuó cuando muchos judíos se beneficiaron del decreto de Ciro. “Todos aquellos cuyo espíritu Dios había movido” se prepararon para regresar a Jerusalén (Esd 1:5). Cuando llegaron a Jerusalén, su primer trabajo fue construir el altar y ofrecer sacrificios allí (Esd 3:1-3). Esto resume el principal tipo de trabajo que se relata en Esdras y Nehemías, el cual estaba asociado de cerca con las prácticas sacrificiales del judaísmo del Antiguo Testamento, las cuales se celebraban en el templo. El trabajo descrito en estos libros refleja y apoya la centralidad de templo y sus ofrendas en la vida del pueblo de Dios. La adoración y el trabajo avanzan mano a mano a grandes pasos a lo largo de las páginas de Esdras y Nehemías.
Dado que Esdras se concentra en la reconstrucción del templo, los trabajos de las personas son mencionados cuando son relevantes en este esfuerzo. Por tanto, la lista de personas que regresan a Israel señala específicamente a “los sacerdotes y los levitas… los cantores, los porteros y los sirvientes del templo” (Esd 2:70). El texto menciona a los “canteros y carpinteros” porque eran necesarios para el proyecto de construcción (Esd 3:7). Las personas que tenían habilidades que no las dotaban para trabajar directamente en el templo contribuyeron a la tarea por medio del fruto de su trabajo, por medio de “ofrendas voluntarias” (Esd 2:68). Por esto, en cierto sentido, todo el pueblo trabajó en la reconstrucción del templo, ya que contribuyeron de una u otra manera. El libro de Esdras identifica a otros líderes políticos además de Ciro, debido a su impacto, positivo o negativo, en la labor de construcción. Por ejemplo, se menciona a Zorobabel como un líder, ya que fue el gobernador del territorio que supervisó la reconstrucción del templo (Hg 1:1). Esdras menciona a “Rehum, el comandante, y Simsai, el escriba”, dos oficiales que escribieron una carta en contra de la reconstrucción del templo (Esd 4:8-10). También aparecen otros reyes y oficiales de acuerdo con su relevancia para el proyecto de la reconstrucción.
El proyecto se trataba del templo, pero sería un error pensar que Dios bendice la habilidad técnica y el trabajo material solo cuando está dedicado a un propósito religioso. La visión de Esdras era restaurar toda la ciudad de Jerusalén (Esd 4:13), no solo el templo. Este punto lo trataremos más adelante cuando estudiemos a Nehemías, quien fue el que realizó el trabajo fuera del templo.
Esdras describe varios esfuerzos para obstaculizar la construcción (Esd 4:1-23). Estos fueron satisfactorios por un tiempo y el proyecto del templo se detuvo por casi dos décadas (Esd 4:24). Finalmente, Dios animó a los judíos por medio de las profecías de Hageo y Zacarías para que continuaran y terminaran el trabajo (Esd 5:1). Además, Darío, rey de Persia, respaldó financieramente el esfuerzo de la construcción con la esperanza de que el Señor lo bendijera a él y a sus hijos (Esd 6:8-10). De este modo, el templo finalmente se completó, gracias al hecho de que Dios había “vuelto hacia ellos el corazón del rey de Asiria para animarlos [a los judíos] en la obra de la casa de Dios” (Esd 6:22).
Como lo aclara este versículo, los judíos fueron quienes realizaron el trabajo de la reconstrucción del templo, pero sus labores fueron fructíferas gracias a la ayuda de dos reyes paganos, uno fue el que inauguró el proyecto y el otro pagó para que se completara. Detrás de estos esfuerzos humanos se encuentra el trabajo dominante de Dios, quien movió los corazones de los reyes y animó a Su pueblo por medio de los profetas. Como hemos visto, Dios trabaja mucho más allá de lo que Su pueblo puede ver.