La dureza del trabajo de los israelitas como esclavos en Egipto (Éxodo 1:8-14)
El trabajo que los egipcios le imponían a los israelitas tenía una motivación malvada y era cruel por naturaleza. La escena inicial muestra que la tierra estaba llena de israelitas que habían sido fecundos y se habían multiplicado. Esto hace eco al diseño creacional de Dios (Gn 1:28; 9:1) y a Su promesa a Abraham y sus descendientes escogidos (Gen. 17:6; 35:11; 47:27). Como nación, su destino era bendecir el mundo. Bajo una previa administración, los israelitas tenían el permiso del rey de vivir en la tierra y trabajarla, pero aquí, el nuevo rey de Egipto percibió una amenaza a su seguridad nacional por causa del número de personas y por eso decidió tratarlos “astutamente” (Éx 1:10). No se dice con exactitud si los israelitas eran una amenaza real. El énfasis cae sobre el miedo destructivo de Faraón que lo llevó primero a desmejorar su ambiente de trabajo y después a usar el infanticidio para frenar el crecimiento de la población.
El trabajo puede ser mental y físicamente agotador, pero eso no hace que sea malo. Lo que hizo que la situación en Egipto fuera insoportable no fue la esclavitud únicamente sino también su dureza extrema. Los egipcios obligaban a los israelitas a trabajar “con crueldad” (befarekh, Éx 1:13, 14) y les “amargaron” (marar, Éx 1:14) la vida con “dura” (qasheh, en el sentido de “crueldad”, Éx 1:14; 6:9) servidumbre. Como resultado, Israel se debilitó en su “aflicción” y “sufrimientos” (Éx 3:7) y un “espíritu acongojado” (Éx 6:9 RVC). El trabajo, uno de los principales propósitos y alegrías de la existencia humana (Gn 1:27-31; 2:15), se convirtió en aflicción por la dureza de la opresión.