El fracaso de Israel en el liderazgo (Ezequiel 34)
La culpa del fracaso en el cuidado de la nación recae sobre los líderes de Israel. Ezequiel 34 usa la metáfora del pastoreo para ilustrar cómo los líderes de Israel (los pastores) oprimían al pueblo (el rebaño) dentro del reino de Dios. Los pastores buscaban solo sus propios intereses al vestirse y alimentarse ellos mismos a costa de las necesidades del rebaño (Ez 34:2–3, 8). En vez de fortalecer y sanar a las ovejas en su tiempo de necesidad o de buscarlas cuando se perdieron, los pastores las dominaron con dureza (Ez 34:4). Esto dejó a las ovejas en una posición vulnerable frente a las bestias salvajes (las naciones hostiles) y las esparció por todo el mundo (Ez 34:5–6, 8). Por tanto, Dios promete salvar a las ovejas de la “boca” de los pastores (los gobernantes de Israel), buscarlas y cuidarlas, y traerlas de regreso de donde fueron dispersadas (Ez 34:9–12). Él las llevará de regreso a su propia tierra, las alimentará y las apacentará en una tierra de pastos buena y segura (Ez 34:13–14). Al final Dios juzgará entre las ovejas gordas (los beneficiarios y participantes de la opresión) y las ovejas flacas (los débiles y oprimidos, Ez 34:15–22). Este rescate llega a su punto culminante con el nombramiento futuro del Pastor supremo, un segundo David, que alimentará y cuidará el rebaño de Dios como lo debería hacer un príncipe bajo el reinado de Dios (Ez 34:23–24).[1] This will mark a time when God will make a covenant of peace with his sheep/people that will ensure God's blessings of protection, fruitfulness and freedom in the land (Ezek. 34:25-31). By this all will know that God is with his people and is their true God (Ezek. 34:30-31).
Esto marcará un tiempo en el que Dios hará un pacto de paz con su pueblo/ovejas, que asegurará las bendiciones de Dios de protección, fruto y libertad en la tierra (Ez 34:25–31). Por esto todos sabrán que Dios está con Su pueblo y es su Dios verdadero (Ez 34:30–31). La metáfora del pastoreo envía un mensaje que promete juicio sobre los gobernantes malvados de Israel y esperanza para los oprimidos y desprotegidos de la nación. Este mensaje de liderazgo, tomado del pastoreo, se aplica a otras ocupaciones. Los buenos líderes buscan los intereses de otros antes de “alimentarse” a sí mismos. El liderazgo que imita al “buen pastor” de Juan 10:11, 14 es básicamente una oficina de servicio que requiere cuidar de manera genuina del bienestar de los subordinados. La administración de personas no se trata de abusar del poder o de tener poder sobre otros. En cambio, los supervisores piadosos buscan asegurar que las personas bajo su cuidado estén prosperando. Esto es consistente con las mejores prácticas de administración que se enseñan en las escuelas de negocios y que se usan en muchas compañías, pero las personas piadosas lo hacen por su fidelidad a Dios, no porque sea una práctica aceptable en sus organizaciones.
Andrew Mein afirma que la mayoría de lectores “le prestan muy poca atención a la forma en la que las realidades económicas pueden orientar cualquier uso específico de una metáfora, con el resultado de que todas las imágenes bíblicas de pastoreo se convierten en una imagen más bien monocromática de una bondadosa generosidad”.[2] Aunque Ezequiel 34 refleja el cuidado de Dios por Sus ovejas (como otros pasajes de pastoreo, por ejemplo, Jer 23; Sal 23; Jn 10), el capítulo refleja de forma específica más acerca de la economía del pastoreo antiguo y por tanto aplica más específicamente a las responsabilidades económicas de un líder. Los pastores han violado la economía de sus obligaciones al “no producir la ganancia requerida de una inversión y apropiarse indebidamente de la propiedad del dueño.”[3] Dios los declara responsables al tiempo que recupera Su rebaño. Es poco decir solamente que los pastores de Israel han fallado en cuidar los intereses de las ovejas, ya que tampoco han trabajado por los intereses del Dueño de las ovejas, quien los contrató y espera una ganancia valiosa en Su inversión. Esta perspectiva puede aplicarse hoy día a preguntas de compensación ejecutiva y administración corporativa. Ezequiel no hace una declaración general de tales temas, sino que provee el criterio por el cual se pueden evaluar las prácticas de cada corporación.
Por tanto, Ezequiel 34 es un texto valioso para una teología del trabajo. Los líderes deben cuidar las necesidades e intereses de aquellos a los que lideran (Fil 2:3–4). Además de eso, son responsables de realizar la tarea económica para la que han sido contratados. Debemos trabajar por la rentabilidad y el bienestar de aquellos que se encuentran en los peldaños tanto arriba como abajo de nosotros en la escalera corporativa (Ef 6:5–9; Col 3:22–24). Al fin y al cabo, todos deberíamos trabajar por el honor que Dios merece.
Teniendo esto en cuenta, la rentabilidad o la productividad económica es vista como una búsqueda piadosa. Con frecuencia, parece que las iglesias olvidan esto, como si las ganancias fueran un producto secundario neutral o apenas tolerable del trabajo cristiano. Sin embargo, Ezequiel 34 sugiere que el trabajador que causa una pérdida económica o el gerente que no logra hacer que el equipo alcance la tarea, no son mejores que aquellos que maltratan a sus compañeros de trabajo o sus subordinados. Tanto las personas como el trabajo son importantes. Cuando siglos después Pablo escribe, “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col 3:23), se está poniendo en los zapatos de Ezequiel. Haga el trabajo por el que le pagan (lo que incluye obtener una ganancia como un componente inalienable) como si trabajara para el Señor. Si trabaja en una empresa lucrativa, entonces es responsable ante Dios de ayudar a obtener ganancias.
Pero si la rentabilidad es una obligación delante Dios, los cristianos están obligados a perseguir solamente ganancias piadosas. Como seguidores de Jesús, le debemos a nuestra compañía el buen trabajo de un día —un plan de ventas correctamente ejecutado, un trabajo resistente de enmarcado, o cualquiera que sea el producto de nuestra labor. Los empleadores deberían aprender a esperar eso de nosotros. También, como seguidores de Jesús nunca le podemos dar a nuestra compañía una declaración ambiental falsa, nunca engañar a los empleados o aprovecharnos de su ignorancia y nunca esconder un problema de control de calidad. Los empleadores también deberían esperar eso de nosotros. Lo que nos hace trabajadores buenos y productivos, leales a nuestras empresas, también nos hace trabajadores honestos y compasivos, comprometidos con nuestro Señor.
Ciertamente, se debe hacer el contraste entre el príncipe davídico y los príncipes de Israel a quienes se les denunció en Ez 19:1; 21:17, 30; 22:6.
Andrew Mein, “Profitable and Unprofitable Shepherds: Economic and Theological Perspectives on Ezekiel 34” [Los pastores rentables y no rentables: perspectivas económicas y teológicas sobre Ezequiel 34], Journal for the Study of the Old Testament [Revista de estudio del Antiguo Testamento] 31, nº 4 (Junio de 2007): 496.
Mein, 500.