La presencia de Dios en todas partes (Jeremías 29)
Esta no es una sorpresa, por supuesto, porque “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan” (Sal 24:1). La presencia de Dios no se encuentra solamente en Jerusalén o en Judá, sino incluso en la ciudad capital del enemigo. Podemos ser una bendición en cualquier lugar en donde estemos porque Dios está con nosotros en donde sea que estamos. Allí en el corazón de Babilonia, el pueblo de Dios estaba llamado a trabajar como si estuvieran en la presencia de Dios. Es difícil para nosotros hoy día entender lo impactante que esto sería para los exiliados, quienes hasta ese momento pensaban que Dios estaba presente completamente solo en el templo en Jerusalén. Ahora se les decía que debían vivir en la presencia de Dios sin el templo y lejos de Jerusalén.
El sentimiento del exilio es conocido por muchos cristianos que trabajan. Estamos acostumbrados a encontrar la presencia de Dios en la iglesia, entre Sus seguidores. Sin embargo en el trabajo, junto a creyentes y no creyentes, puede que no esperemos encontrar la presencia de Dios. Esto no significa que estas instituciones son necesariamente carentes de ética u hostiles para los cristianos, sino que simplemente entre sus planes no se incluye trabajar en la presencia de Dios. No obstante, Dios está presente, siempre buscando revelarse a aquellos que lo reconozcan allí. Al establecerse en la tierra: plantar jardines y comer lo que produzcan, trabajar y llevar a casa el salario. Dios está allí con usted.[1]
Incluso hoy en día muchos cristianos no pueden imaginar que Dios está cerca y lejos. Como seres humanos limitados al tiempo y al espacio, pensamos en Dios en términos de distancia con respecto a nosotros. Es difícil para muchos creer que Dios está realmente cerca.