Cuando el liderazgo lleva a la impopularidad (Números 13 y 14)
En Números 13 y 14 encontramos que de nuevo se desafía la autoridad de Moisés. El Señor le dice que envíe espías a la tierra de Canaán para prepararse para la conquista. Se debe obtener información de inteligencia militar y económica y se nombran espías de todas las tribus (Nm 13:18-20). Esto significa que el reporte de los espías se podía usar no solo para planear la conquista, sino también para comenzar a discutir la distribución del territorio entre las tribus de Israel. El reporte de los espías confirma que la tierra es muy buena, que “mana leche y miel” (Nm 13:27). Sin embargo, los espías también reportaron que “es fuerte el pueblo que habita en la tierra, y las ciudades, fortificadas y muy grandes” (Nm 13:28). Moisés y su teniente Caleb usaron la información para planear el ataque, pero los espías tuvieron miedo y dijeron que no era posible conquistar la tierra (Nm 13:30-32). El pueblo de Israel le creyó a los espías, se rebelaron en contra del plan del Señor y resolvieron encontrar un nuevo líder para que los llevara de regreso a la esclavitud en Egipto. Solo Aarón, Caleb y un hombre joven llamado Josué permanecieron con Moisés.
Sin embargo, Moisés se levanta de prisa, a pesar de la impopularidad del plan. Las personas están a punto de reemplazarlo y aun así, él sigue haciendo lo que el Señor le ha revelado como un derecho. Junto con Aarón, le suplica al pueblo que cese la rebelión, pero es inútil. Finalmente, el Señor castiga a Israel por su falta de fe y declara que los herirá con una pestilencia mortal (Nm 14:5-12). Al abandonar el plan, ellos avanzan hacia una situación peor: la destrucción inminente y absoluta. Solo Moisés, firme en su propósito original, sabe cómo prevenir el desastre. Él recurre al Señor para que perdone al pueblo, como lo ha hecho antes (hemos visto en Números 12 que Moisés siempre está listo para poner el bienestar de los demás primero, incluso a costa de sí mismo). El Señor cede, pero declara que habrán consecuencias inevitables para el pueblo, ya que ninguno de los que se unió a la rebelión podrá entrar a la tierra prometida (Nm 14:20-23).
Las acciones de Moisés demuestran que los líderes requieren un compromiso firme, lo que evita que se dejen llevar por el viento de la popularidad. Si somos líderes, es posible que nuestra tarea sea solitaria y que seamos tentados a atender la opinión popular. Es verdad que los buenos líderes escuchan las opiniones de los demás, pero cuando un líder sabe cuál es la mejor forma de proceder y ha examinado ese conocimiento lo mejor posible, tiene la responsabilidad de hacer lo que es mejor, no lo que es más popular.
En la situación de Moisés, la forma correcta de proceder era totalmente clara. El Señor le ordena a Moisés que conquiste la tierra prometida. Como hemos visto, Moisés conservó su comportamiento humilde, pero no titubeó en su rumbo. En realidad, él no tuvo éxito en cumplir el mandato del Señor. Si el pueblo no lo sigue, el líder no puede cumplir la misión solo. En este caso, la consecuencia para el pueblo fue el desastre de que toda una generación no pudiera conocer la tierra prometida que Dios había escogido para ellos, pero por lo menos, Moisés no contribuyó al desastre cambiando su plan en respuesta a la opinión popular.
La época moderna está llena de ejemplos de líderes que sí cedieron a la opinión popular. Podemos recordar la capitulación del primer ministro británico Neville Chamberlain ante las demandas de Hitler en Múnich en 1938. En contraste, Abraham Lincoln se convirtió en uno de los grandes presidentes al negarse con firmeza a ceder ante la opinión popular para concluir la guerra civil estadounidense aceptando la división del país. Aunque tuvo la humildad para reconocer que existía la posibilidad de estar equivocado (“según Dios nos da para ver lo justo”), también tuvo la entereza para hacer lo que sabía que era correcto a pesar de la enorme presión. El libro Liderazgo sin límites de Ronald Heifetz y Martin Linsky[1] examina el reto de permanecer abiertos a las opiniones de los demás mientras nos mantenemos firmes en el liderazgo en tiempos difíciles (para más información sobre este episodio, consulte “Israel se rehúsa a entrar a la tierra prometida” en Deuteronomio 1:19-45 más adelante).
Martin Linsky y Ronald A. Heifetz, Leadership on the Line: Staying Alive Through the Dangers of Leading [Líderazgo sin límites: Manual de supervivencia para managers] (Boston: Harvard Business Press, 2002).