El cumplimiento de los compromisos (Números 30)
El capítulo 30 de Números proporciona un sistema elaborado para determinar la validez de las promesas, juramentos y votos. Sin embargo, la postura básica es simple: haga lo que dijo que va a hacer.
Si un hombre hace un voto al Señor, o hace un juramento para imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca (Nm 30:2).
Existen descripciones detalladas para manejar las excepciones cuando alguien hace una promesa que excede su autoridad (las reglas en el texto tratan las situaciones en las que ciertas mujeres están sujetas a la autoridad de algunos hombres en particular). Aunque las excepciones son válidas —no se puede obligar a una persona a que cumpla una promesa si no tiene autoridad para cumplirla en primer lugar—, cuando Jesús comentó en este pasaje, Él propuso una norma mucho más simple: no hagan promesas que no pueden o no van a cumplir (Mt 5:33-37).
En los compromisos relacionados con el trabajo, nos podemos ver tentados a acumular explicaciones, requisitos, excepciones y justificaciones para no hacer lo que prometemos. Sin duda, muchos pueden ser razonables, como las cláusulas de fuerza mayor en los contratos, los cuales excusan a una parte para que no cumpla sus obligaciones si está impedido por órdenes judiciales, desastres naturales y similares. Pero no se trata únicamente de honrar lo que dice el contrato. Muchos acuerdos se hacen con un apretón de manos. Algunas veces hay vacíos. ¿Podemos aprender a honrar el propósito del acuerdo y no solo la letra de la ley? La confianza es el ingrediente que hace que los lugares de trabajo funcionen y es imposible que haya confianza si prometemos más de lo que podemos dar o damos menos de lo que prometemos. Este no solo es un hecho en la vida, sino un mandato del Señor.