Introducción a Proverbios
¿Cuál es la diferencia entre ser inteligente y ser sabio? La sabiduría va más allá del conocimiento. Es más que un catálogo de datos, es una percepción magistral de la vida, un arte práctico de vivir y la habilidad para tomar buenas decisiones. Proverbios nos reta a adquirir conocimiento, aplicarlo a nuestras vidas y a compartir con otros la sabiduría que adquirimos.
¿A dónde podemos ir para adquirir sabiduría? El libro afirma que la sabiduría va más allá del conocimiento, pero debe comenzar con el conocimiento de los proverbios.[1] “Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia” (Prov 1:1-2, NVI) (la traducción de la LBLA, “aprender”, pierde la naturaleza esencialmente vivencial del hebreo da’at y su raíz, yada, que la NVI refleja correctamente con el verbo “adquirir”). Para producir la sabiduría, el conocimiento se debe mezclar con el temor del Señor. El “temor” [del hebreo yare] del Señor se usa con frecuencia en el Antiguo Testamento como un sinónimo de “vivir en respuesta a Dios”.[2] El libro de Proverbios declara que “el principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia” (Prov 9:10). El conocimiento sin un compromiso con el Señor es tan inútil como el cemento sin el agua para hacer una mezcla. Paradójicamente, aceptar los proverbios por fe en el corazón produce el temor del Señor. “Hijo mío, si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti… entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios” (Prov 2:1, 5).
La verdadera sabiduría para el cristiano involucra toda la revelación de Dios, especialmente lo que conocemos por medio de Su Hijo, el Señor Jesucristo. Comienza con el conocimiento de quién es el Señor, lo que ha hecho, y lo que desea para nosotros y para el mundo en el que vivimos. Mientras crecemos en nuestra perspectiva de Dios, aprendemos cómo cooperar con Él en Su trabajo de sustentar y redimir el mundo. Con frecuencia, esto nos hace más fructíferos en formas que nos benefician a nosotros mismos y ayudan a otros. A su vez, esto hace que vivamos en reverencia al Señor en medio de la rutina diaria y del trabajo. “El temor del Señor conduce a la vida, para dormir satisfecho sin ser tocado por el mal” (Prov 19:23).
En Proverbios, adquirir sabiduría nos hace bien y no adquirirla nos hace mal. No hemos adquirido conocimiento en realidad hasta que lo hayamos aplicado en nuestra vida. “El sabio teme y se aparta del mal” (Prov 14:16). “La boca del justo emite sabiduría” (Prov 10:31). Proverbios anticipa la exhortación de Jesús, “Sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas” (Mt 10:16). La sabiduría viene del Señor, quien declara, “Por el camino de la sabiduría te he conducido, por sendas de rectitud te he guiado” (Prov 4:11). En Proverbios, lo mental y lo moral se encuentran y la sabiduría refleja la verdad de que un Dios bueno sigue teniendo el control.
El libro de Proverbios también presenta advertencias para aquellos que desprecian el crecer en sabiduría. La sabiduría, personificada a lo largo del libro como una mujer,[3] habla. “Porque el que me halla, halla la vida, y alcanza el favor del Señor. Pero el que peca contra mí, a sí mismo se daña; todos los que me odian, aman la muerte” (Prov 8:35-36). La sabiduría produce una vida mejor, más plena. La falta de sabiduría merma la vida y a la larga, lleva a la muerte.
Además, el libro de Proverbios nos dice que la sabiduría que adquirimos no es solo para nosotros mismos, sino también para compartir con otros, “para dar a los simples prudencia, y a los jóvenes conocimiento y discreción” (Prov 1:4). Proverbios 9:9 nos recomienda “dar instrucción al sabio” y “enseñar al justo”. Proverbios 26:4-5 le advierte al lector acerca de compartir la sabiduría con un necio. No solo compartimos sabiduría al enseñar, sino también por medio de una vida sabia, ya que la impartimos a aquellos que nos ven y siguen nuestro ejemplo. Lo opuesto también sucede. Si vivimos de forma necia, otros pueden verse tentados a la misma necedad y no solo nos herimos a nosotros mismos sino también a ellos. Con frecuencia, el progreso en el trabajo de la vida nos hace más visibles y los efectos de nuestra sabiduría o necedad influencian a más y más personas. Con el tiempo, esto puede tener las consecuencias más profundas, ya que “la enseñanza del sabio es fuente de vida, para apartarse de los lazos de la muerte” (Prov 13:14).
Para entender más el vínculo inseparable entre la sabiduría y el conocimiento, ver Bruce K. Waltke, The Book of Proverbs: Chapters 1-15 [El libro de los Proverbios: capítulos 1 al 15] (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 2004), 76-87.
Robert Laird Harris, Gleason Leonard Archer y Bruce K. Waltke, Theological Wordbook of the Old Testament [Diccionario teológico del Antiguo Testamento], edición electrónica (Chicago: Moody Press, 1999) entrada 907.
Para una explicación sobre la personificación femenina, ver Waltke, Proverbs 1-15, 83.