La trabajadora sabia es generosa
La mujer valiente es generosa. “Extiende su mano al pobre, y alarga sus manos al necesitado” (Prov 31:20). Estamos acostumbrados a escuchar que la generosidad se exalta en la Biblia, y aquí la mujer valiente recibe alabanza por esta virtud. Sin embargo, no debemos limitar su generosidad a una singularidad agradable de su personalidad. Su generosidad es parte de su trabajo, como podemos ver en la relación entre los versículos 31:19 y 31:20:
Extiende sus manos [Heb. yade] a la rueca, y sus manos [kappe] toman el huso.
Extiende su mano [kap] al pobre, y alarga sus manos [yade] al necesitado.
En estos dos versículos hay dos palabras diferentes del hebreo que se traducen como “mano” (o el plural “manos”). Si observamos el texto original en hebreo, vemos que se presentan en el orden yade, kappe en el primer versículo y en el orden contrario en el segundo versículo, kap, yade (kappe es el plural de kap). Esta estructura “quiástica” de ABBA es común en la Biblia e indica que toda la estructura forma una sola unidad de pensamiento. En otras palabras, su generosidad es un elemento inseparable de su trabajo. Debido a que es buena en su labor de tejer, tiene algo que darle al pobre, y al revés, su espíritu generoso es un elemento esencial de su capacidad como emprendedora o ejecutiva.
En otras palabras, Proverbios declara que la generosidad y el deber fiduciario no entran en conflicto. Ser generoso con el necesitado usando los recursos del hogar no disminuye la riqueza sino que la incrementa. Este argumento contradictorio aparece a lo largo de Proverbios. La mayoría de personas contienen su generosidad por temor de que si dan demasiado, se quedarán sin lo suficiente para ellos mismos. Sin embargo, los proverbios enseñan todo lo contrario:
Hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quien retiene lo que es justo, sólo para venir a menos. El alma generosa será prosperada, y el que riega será también regado. Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá, pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende. (Prov 11:24-26)
El que se apiada del pobre presta al Señor, y Él lo recompensará por su buena obra. (Prov 19:17)
El que da al pobre no pasará necesidad, pero el que cierra sus ojos tendrá muchas maldiciones. (Prov 28:27)