La guía de Dios en nuestro trabajo (Salmo 25)
La vida humana es una serie de elecciones y muchas de estas abordan la vocación. Debemos desarrollar el hábito de llevarle todas estas decisiones a Dios. El Salmo 25:12 enseña, “¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le instruirá en el camino que debe escoger”. ¿Cómo nos enseña Dios el camino que debemos escoger? El Salmo 25 indica varias maneras, comenzando con, “Muéstrame Tus caminos… Guíame en Tu verdad y enséñame” (Sal 25:4-5). Esto requiere leer la Biblia regularmente, la cual es la forma principal en la que podemos conocer los caminos de Dios y aprender Su verdad. Cuando conocemos Sus enseñanzas, debemos ponerlas en práctica sin necesidad de una guía especial de parte de Dios en la mayoría de los casos. “Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad para aquellos que guardan Su pacto y Sus testimonios” (Sal 25:10). Claramente, Su pacto y Sus testimonios se encuentran en la Biblia.
El Salmo 25:7 agrega, “No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones”. Confesar nuestros pecados y pedir la misericordia de Dios es otra forma en la que recibimos Su guía. Ser honestos con Él —y con nosotros mismos— acerca de nuestros pecados, abre la puerta a la guía de Dios en nuestros corazones. El salmista ruega, “Perdona mi iniquidad”, y “perdona todos mis pecados” (Sal 25:11, 18). El perdón de Dios nos libera para dejar de intentar justificarnos a nosotros mismos. Si esto no ocurre, se constituye en una barrera poderosa para la guía de Dios. De forma similar, la humildad en nuestro trato con Dios y las personas nos lleva más allá de estar a la defensiva, lo cual bloquea la guía de Dios. El Salmo 25:9 nos dice que Dios “Dirige a los humildes en… Su camino”.
El salmo continúa diciendo, “De continuo están mis ojos hacia el Señor” (Sal 25:15). Recibimos la guía de Dios cuando buscamos evidencia acerca de las cosas que le interesan a Dios, tales como la justicia, la fidelidad, la reconciliación, la paz, la fe, la esperanza y el amor (el salmo no nombra estos en particular, sino que son ejemplos de otras partes de la Biblia). El Salmo 25:21 dice, “La integridad y la rectitud me preserven”. La integridad significa vivir toda la vida bajo un conjunto coherente de valores en vez de, por ejemplo, ser honesto y compasivo con nuestra familia pero engañoso y cruel con los clientes o compañeros de trabajo. Por tanto, pensar claramente acerca de cómo aplicar nuestros valores más altos en el trabajo resulta ser un medio de la guía de Dios, al menos al nivel en que nuestros valores más altos están formados por la Escritura y la fidelidad a Cristo.
Aunque tal vez los medios por los cuales Dios nos guía parezcan abstractos, pueden ser muy prácticos cuando los usamos en las situaciones laborales. La clave es ser concretos en nuestro estudio bíblico, en la confesión, la oración y el razonamiento moral. Cuando le traemos nuestras situaciones laborales específicas y actuales a Dios y a Su Palabra, podremos ver Su respuesta con la guía específica que necesitamos (para más información al respecto, ver “Discernir la guía de Dios para alguna clase de trabajo en particular” en Perspectiva de la vocación).