Los seres humanos como creadores con Dios (Salmo 104)
Desde el comienzo, Dios pensó el trabajo humano como una forma de creación basada en la creación misma de Dios o al lado de ella (Gn 1:26-31; 2:5, 15-18). El trabajo humano está diseñado para cumplir la intención creadora de Dios, hacer que cada persona tenga una relación con otros y con Dios y que glorifique al Señor. El Salmo 104 da una descripción maravillosa acerca de esta sociedad creadora. Comienza con un lienzo amplio de la gloria de la creación de Dios (Sal 104:1-9). Esto lleva naturalmente al trabajo activo de Dios de sostener el mundo con sus animales, aves y criaturas marinas (Sal 104:10-12, 14, 16-18, 20-22, 25). Dios también provee abundantemente para los seres humanos (Sal 104:13-15, 23; ver también 1Ti 6:17). El trabajo de Dios hace posible que la naturaleza y la humanidad sean fructíferas. “Él riega los montes desde Sus aposentos, del fruto de Sus obras se sacia la tierra” (Sal 104:13).
El trabajo de los seres humanos es crear más a partir de lo que Dios da. Tenemos que agrupar plantas y usarlas. “Él hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para cultivo por el hombre” (Sal 104:14, lectura alternativa de LBLA, nota al pie k ). Nosotros producimos el vino y el pan y extraemos el aceite de las plantas que Dios hace crecer (Sal 104:15). Una de las formas en las que Dios provee abundantemente es poblando Su creación con personas que trabajan seis días por semana. Por tanto, aunque este salmo habla acerca de todas las criaturas que buscan a Dios para recibir su alimento y de Dios abriendo Su mano para proporcionarlo (Sal 104:27-28), la gente debe trabajar duro para procesar y usar los buenos regalos de Dios. El Salmo 104 llega a nombrar algunas de las herramientas que se usan para el trabajo de Dios en el mundo —las cortinas, mantos, vigas, fuego y naves (Sal 104:2, 3, 4, 26, respectivamente). Es curioso que el salmo le atribuya gustosamente el uso de tales herramientas a Dios mismo, así como a los seres humanos. Nosotros trabajamos con Dios, y Su provisión abundante viene en parte por medio del esfuerzo humano.
Con todo, debemos recordar que somos los socios menores de Dios en la creación. Igual que en Génesis, en el Salmo 104 los seres humanos son las últimas criaturas que se mencionan, pero a diferencia del primer libro de la Biblia, aquí entramos en escena con menor algarabía. Somos solamente una más de las criaturas de Dios que se dedica a diferentes negocios, así como lo hacen el ganado, las aves, las cabras salvajes y los leones (Sal 104:14-23). Cada uno tiene su propia actividad —para los humanos, es trabajar hasta la noche— pero es Dios quien provee todo lo necesario para cada actividad (Sal 104:27-30). El Salmo 104 nos recuerda que Dios ha hecho Su trabajo supremamente bien. En Él, nuestro trabajo puede hacerse supremamente bien también, si solo trabajamos humildemente en la fuerza que nos da Su Espíritu, cultivando el hermoso mundo en el que nos ha puesto por Su gracia.