Abigail disipa la crisis entre David y Nabal (1 Samuel 25)
Mientras el poder de David aumenta, surge un conflicto con un propietario de tierras rico llamado Nabal. Casualmente, la banda de rebeldes de David que están en contra del gobierno de Saúl, ha estado acampando en el área de Nabal por un tiempo. Los hombres de David han tratado a los pastores de Nabal con amabilidad, protegiéndolos del peligro o al menos, no robándoles nada (1S 25:15-16). Gracias a esto, David asume que Nabal le debe algo y envía una delegación para pedirle que done algunos corderos para una fiesta del ejército de David. David le ordena a su delegación que sean muy amables con Nabal, quizá al darse cuenta de la debilidad de su pretensión.
Nabal se rehúsa a darle a David algo para la fiesta y también lo insulta públicamente, niega conocerlo y ataca su integridad diciendo que está en rebeldía contra Saúl (1S 25:10). Los propios sirvientes de Nabal describen a su señor como “un hombre tan indigno que nadie puede hablarle”. David inmediatamente se pone en marcha con cuatrocientos hombres armados para asesinar a Nabal y a todos los hombres de su casa.
Repentinamente, David está a punto de cometer un asesinato masivo mientras a Nabal le importa más su orgullo que sus trabajadores y su familia. Estos dos hombres arrogantes son incapaces de resolver una disputa relacionada con ovejas sin derramar la sangre de cientos de personas inocentes. Gracias a Dios, la sabia esposa de Nabal, Abigail, interviene en la contienda. Rápidamente prepara un banquete para David y sus hombres, luego sale para encontrarse con David y darle una disculpa que establece un nuevo estándar de cortesía en el Antiguo Testamento (1S 25:26-31). Sin embargo, entre las palabras corteses, ella expresa algunas verdades fuertes que David necesita escuchar. Él está a punto de derramar sangre sin causa, por la cual tendría que cargar con una culpa de la que nunca podría escapar. David se conmueve con sus palabras y abandona su plan de asesinar a Nabal y a todos sus hombres y niños, e incluso le agradece a Abigail por impedirle realizar su plan insensato.
“Bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano. Sin embargo, vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si tú no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz del alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón”. (1S 25:33-34)
El incidente demuestra que las personas deben pedirles a sus líderes que rindan cuentas, aunque esto pueda constituir un gran riesgo personal. Usted no tiene que estar en una posición de autoridad para ser llamado a ejercer influencia, pero necesita valentía, la cual puede recibir de Dios en cualquier momento afortunadamente.
La intervención de Abigail también demuestra que mostrar respeto, incluso al dar una fuerte crítica, proporciona un modelo para confrontar la autoridad. Nabal convirtió una disputa insignificante en una situación fatal al adornar un conflicto pequeño con un insulto personal. Abigail resuelve una crisis de amenaza mortal al dar una amonestación importante adornada en un diálogo respetuoso.
¿En qué maneras nos puede llamar Dios a ejercer influencia para que las personas que están en posiciones altas de autoridad rindan cuentas? ¿Cómo podemos cultivar una actitud piadosa de respeto acompañada de un compromiso inquebrantable de decir la verdad? ¿Cuánta valentía se requiere de parte de Dios para poder hacerlo?