La tarea de elegir a un rey (1 Samuel 9-16)
Saúl es elegido como el primer rey de Israel
Dios elige a Saúl como el primer rey (aproximadamente en el 1050-1010 a. C.), alguien que parecía estar a la altura —literalmente “de los hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo” (1S 9:2). Él también obtuvo victorias militares, la cual es la razón principal por la que se tiene un rey (1S 11:1-11). Al comienzo, él sirvió fielmente (1S 11:13-14), pero pronto se volvió desobediente a Dios (1S 13:8-15) y arrogante con el pueblo (1S 14:24-30). Esto exasperó a Samuel y a Dios, quienes comenzaron a buscarle un reemplazo (1S 16:1). Antes de que midamos las acciones de Saúl con las expectativas del liderazgo del siglo veintiuno, deberíamos notar que él simplemente hizo lo que los reyes hacían en el Cercano Oriente antiguo. El pueblo recibió lo que pidió (y lo que Samuel les había advertido): un tirano militar, carismático que se engrandecía a sí mismo.
¿Cómo debemos evaluar al primer rey de Israel? ¿Dios cometió un error al guiar a Samuel a ungir al joven Saúl como rey? ¿O fue la elección de Saúl una lección objetiva para que los israelitas no fueran seducidos por las apariencias externas, bien parecidas por fuera pero vacías por dentro? Al pedir un rey, los israelitas mostraron su falta de fe en Dios. El rey que se les dio demostró a final de cuentas la misma falta de fe en Dios. La tarea principal de Saúl como rey era garantizar la seguridad de los israelitas frente a los ataques de los filisteos vecinos y otras naciones, pero cuando se enfrentó con Goliat, su temor venció su fe y demostró no estar al nivel de su rol (1S 17:11). A lo largo de su reinado, Saúl dudó de Dios de igual forma, buscando el consejo en los lugares equivocados, y finalmente se suicidó mientras el enemigo derrotaba su ejército (1S 31:4).
David es elegido como sucesor de Saúl
Al buscar el reemplazo de Saúl, Samuel casi comete el error de juzgar por apariencias por segunda vez (1S 16:7-7). El joven David no parecía importante ante los ojos de Samuel, pero con la ayuda de Dios, Samuel finalmente reconoce que Dios lo había elegido para ser rey de Israel. A simple vista, David no proyecta la imagen de seriedad que el pueblo espera en un líder (1S 16:6-11). Poco después en la historia, Goliat, el gigante filisteo, también lo desprecia (1S 17:42). David no es un candidato tradicional por razones que van más allá de su juventud. Además de ser el hijo menor en una sociedad basada en la superioridad del primogénito, proviene de una mezcla étnica (no es descendiente puro de israelitas), debido a que una de sus bisabuelas fue Rut (Rut 4:21-22), una inmigrante de Moab (Rut 1:1-4). A pesar de que David tiene varios puntos en su contra, Dios lo ve como alguien prometedor.
Al pensar en la selección del liderazgo en la actualidad, es útil recordar la palabra de Dios para Samuel: “Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón” (1S 16:7). En el reino al revés de Dios, puede que el último o el ignorado resulte siendo la mejor elección. El mejor líder puede ser el que nadie está buscando. Quizá sea tentador dejarse asombrar por el candidato que inicialmente es impresionante, el que irradia carisma, la persona que otros quieren seguir. Pero de hecho, la alta autoestima lleva a un bajo rendimiento de acuerdo con un artículo del 2012 de Harvard Business Review [Revista de negocios de Harvard].[1] Lo que Dios valora no es el carisma, es el carácter. ¿Qué se necesita para aprender a ver el carácter de una persona a través de los ojos de Dios?
Es importante el hecho de que David esté afuera haciendo su trabajo de pastor, cuidando con esmero las ovejas de su padre, cuando Samuel lo encuentra. El rendimiento fiel en el trabajo que se tiene es una buena preparación para un trabajo más grande, como en el caso de David (1S 17:34-37; ver también Lucas 16:10; 19:17). Pronto, Samuel descubre que David es el líder fuerte, seguro y competente que el pueblo anhela, un hombre que “salga delante de nosotros y dirija nuestras batallas” (1S 8:20). A lo largo de su carrera, David tiene en mente que sirve por la voluntad de Dios cuidando al pueblo de Dios (2S 6:21). Dios lo describe como un “hombre conforme a Mi corazón” (Hch 13:22).
Tomas Chamorro-Premuzic, “Less-Confident People Are More Successful” [Las personas menos seguras son más exitosas], Harvard Business Review [Revista de negocios de Harvard], Julio 6 del 2012, http://blogs.hbr.org/2012/07/less-confident-people-are-more-su/.