Los peligros de tratar a Dios como un amuleto de buena suerte (1 Samuel 4)
No es claro si la corrupción del líder Elí causa la corrupción del pueblo o viceversa, pero los capítulos del 4 al 6 describen el desastre que le ocurre a aquellos que son gobernados de forma deficiente. Israel ha estado involucrado en una lucha de siglos contra el país vecino de los Filisteos, quienes atacan de nuevo y derrotan a los israelitas, lo que resulta en la muerte de cuatro mil personas (1S 4:1-3). Los israelitas reconocen la derrota como una señal de que no tienen el favor de Dios. Sin embargo, en vez de examinar su culpa, arrepentirse y pedir la guía del Señor, tratan de manipular a Dios para que cumpla sus objetivos. Ellos traen el arca del pacto de Dios y la llevan a la batalla contra los filisteos, creyendo que el arca los hará invencibles. Sin embargo, los filisteos masacran a Israel en la batalla asesinando a treinta mil soldados, capturando el arca, asesinando a los hijos de Elí y causando la propia muerte de Elí (1S 4:4-19).
Los hijos de Elí, junto con los líderes del ejército, cometieron el error de pensar que solo porque eran el pueblo de Dios y poseían los símbolos de Su presencia, podían controlar el poder de Dios. Tal vez los que estaban a cargo creían que realmente podían controlar el poder de Dios llevando el arca de un lado a otro. O quizá se habían engañado a sí mismos pensando que porque eran el pueblo de Dios, cualquier cosa que quisieran para sí mismos sería lo que Dios quería para ellos. De cualquier forma, descubrieron que la presencia de Dios no es garantía del poder de Dios, sino una invitación a recibir la guía de Dios. Irónicamente, el arca contenía la forma más grandiosa de la guía de Dios —los diez mandamientos (Dt 10:5)—, pero los hijos de Elí no se tomaron la molestia de buscar que Dios los guiara antes de atacar a los filisteos.
¿Es posible que caigamos con frecuencia en el mismo mal hábito en el trabajo? Cuando enfrentamos oposición o dificultad en nuestro trabajo, ¿buscamos la guía de Dios en oración o solamente decimos una oración rápida creyendo que Dios hará todo lo que queremos que haga? ¿Consideramos los planes de acción posibles a la luz de la Escritura, o simplemente mantenemos una Biblia en el escritorio? ¿Analizamos nuestras motivaciones y evaluamos nuestras acciones estando dispuestos a ser transformados por Dios o solamente nos decoramos con símbolos cristianos? Si nuestro trabajo parece insatisfactorio o nuestras carreras no progresan como esperamos, ¿es posible que estemos usando a Dios como un amuleto de buena suerte, en vez de seguirlo como el señor de nuestro trabajo?