Rendición de cuentas sobre el aspecto financiero en el templo (2 Reyes 12:1-12)
Paradójicamente, un ejemplo de la degeneración del reino sirve para traer a la luz un modelo de buenas prácticas financieras. Como casi todos los líderes del reino, los sacerdotes se había vuelto corruptos y en vez de usar las donaciones que traían las personas para mantener el templo, robaban el dinero y lo dividían entre ellos mismos. Bajo la dirección de Joás, uno de los pocos reyes que “hizo lo recto ante los ojos del Señor” (2R 12:2), los sacerdotes crean un sistema de contabilidad eficiente. Este consiste en colocar en el templo un cofre cerrado con un agujero en la tapa para recibir las donaciones, y cuando se llena, el sumo sacerdote y el escriba del rey lo abren juntos, cuentan el dinero y contratan a carpinteros, constructores, albañiles y canteros para que ellos hagan las reparaciones. Esto asegura que el dinero se use para el propósito correcto.
En la actualidad se sigue usando el mismo sistema, por ejemplo cuando se cuenta el dinero en efectivo de los cajeros automáticos. El principio de que incluso los individuos de confianza deben estar sujetos a la inspección y la rendición de cuentas es la base de la buena administración. Cuando una persona que tenga una posición de poder —especialmente el poder de manejar las finanzas— trata de evadir los controles, la organización está en peligro. Gracias al hecho de que Reyes incluye este episodio, sabemos que Dios valora el trabajo de los empleados bancarios, contadores, auditores, reguladores bancarios, conductores de vehículos blindados, trabajadores de seguridad computacional y otros que protegen la integridad de las finanzas. También insta a toda clase de líderes a que tomen la iniciativa de establecer un ejemplo personal de rendición pública de cuentas invitando a otras personas a que inspeccionen su trabajo.