Todos somos llamados (1 Corintios 1:1-3)
En el primer párrafo de 1 Corintios, Pablo expone los temas que abordará con más detalle en el cuerpo de la carta. No es coincidencia que el concepto del llamado tenga un lugar protagónico en la introducción. Pablo afirma en el primer versículo que él fue “llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios” (1:1). Sus cartas están impregnadas de una fuerte convicción de que su llamado vino directamente de Dios (ver por ejemplo Gá 1:1), lo cual es fundamental para su misión (ver Hch 9:14–15), esto le dio una fortaleza extraordinaria al enfrentar enormes desafíos. De igual forma, los creyentes corintios son “llamados” junto con “todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (1Co 1:2). Pronto veremos que la base de nuestro llamado no es la satisfacción individual sino el desarrollo de la comunidad. Aunque Pablo desarrolla esta idea más adelante en la carta (ver 7:17–24), es claro que incluso a estas alturas piensa que todos los creyentes están destinados a seguir el llamado que Dios diseñó para ellos.