Introducción a Filipenses
El trabajo requiere esfuerzo. Sea que hagamos negocios o conduzcamos camiones, criemos hijos o escribamos artículos, vendamos zapatos o cuidemos personas discapacitadas o ancianos, nuestro trabajo requiere un esfuerzo personal. Si no nos levantamos en la mañana y nos ponemos en marcha, no podremos hacer nuestro trabajo. ¿Qué es lo que nos motiva a levantarnos de la cama todas las mañanas? ¿Qué nos mantiene durante el día? ¿Qué nos da la fuerza para poder hacer nuestro trabajo con fidelidad e incluso excelencia?
Hay una gran variedad de respuestas para estas preguntas. Algunas pueden apuntar a la necesidad económica. “Me levanto y voy a trabajar porque necesito dinero”. Otras respuestas se pueden referir a nuestro interés en el trabajo como, “trabajo porque amo mi labor”. Otras respuestas pueden ser menos inspiradoras como, “¿qué es lo que me levanta y me pone en marcha todo el día? ¡La cafeína!”
La carta de Pablo a los cristianos en Filipenses da un tipo de respuesta diferente a la pregunta de dónde encontramos la fortaleza para hacer nuestro trabajo. Pablo dice que nuestro trabajo no es el resultado de nuestro propio esfuerzo, sino que el trabajo de Dios en nosotros es lo que nos da energía. Lo que hacemos en la vida, incluyendo el trabajo, es una expresión de la obra salvadora de Dios en Cristo. Además, encontramos la fortaleza para esforzarnos en el poder de Dios dentro de nosotros. El trabajo de Cristo es servir a las personas (Mr 10:35) y Dios nos empodera para servir junto con Él.
Casi todos los eruditos están de acuerdo en que el apóstol Pablo escribió la carta que conocemos como Filipenses en algún momento entre los años 54 y 62 d. C.[1] No hay unanimidad en cuanto al lugar en donde la escribió, aunque sabemos que fue en uno de sus varios encarcelamientos (Fil 1:7).[2] Es claro que Pablo le escribió esta carta personal a la iglesia en Filipos, una comunidad que plantó durante una visita que realizó anteriormente (Fil 1:5; Hch 16:11–40). La escribió para fortalecer su relación con esta iglesia, para darles noticias sobre su situación personal, agradecerles el apoyo para su ministerio, equiparlos para enfrentar las amenazas en contra de su fe, ayudarles a llevarse mejor entre ellos y, en general, ayudarles a vivir su fe.
En este libro se usa la palabra obra (ergon y sus semejantes) varias veces (Fil 1:6; 2:12–13, 30; 4:3). Pablo la usa para describir la obra de Dios de salvación y las tareas humanas que se derivan de dicha obra salvadora. No trata directamente temas del trabajo secular, pero lo que dice sobre el trabajo tiene aplicaciones importantes allí.
Gerald F. Hawthorne, Philippians [Filipenses], edición revisada y expandida por Ralph P. Martin, en el vol. 43 del Word Biblical Commentary [Comentario bíblico de la Palabra] (Nashville: Thomas Nelson, 2004), xxvii–xxix, xxxix–l.
Ver Gerald F. Hawthorne, Ralph P. Martin y Daniel G. Reid, eds., “4.3. Place and Date” [Lugar y fecha] de “Philippians, Letter to the” [Filipenses, Carta a los] en el Dictionary of Paul and His Letters [Diccionario de Pablo y sus cartas] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1993).