La vida en el desierto: el viaje al nuevo mundo (Hebreos 3:7 - 4:16)
Aunque la creación es el buen trabajo de Dios en Cristo, todavía existe un contraste fuerte entre el mundo caído actual y el mundo glorioso venidero. En Hebreos 2:5, el autor describe el tema principal como “el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. Esto indica que el enfoque principal a lo largo del libro se encuentra en la creación que Dios perfecciona en la consumación de todas las cosas. Esto lo confirma la extensa exposición sobre el “reposo sagrado” que predomina en los capítulos 3 y 4.
A lo largo de libro, es común que Hebreos tome un texto del Antiguo Testamento como su punto de partida. En este caso, usa la historia del Éxodo para ilustrar la idea del reposo sagrado. Igual que Israel en Éxodo, el pueblo de Dios está en un peregrinaje hacia el lugar prometido de salvación. El reposo sagrado en Hebreos 4:9–10 no es simplemente un cese de actividades (Heb 4:10), sino también una celebración sagrada (Heb 12:22).[1] Continuando con la historia del Antiguo Testamento, Hebreos toma la conquista de la tierra bajo la dirección de Josué como una señal adicional que apunta hacia nuestro descanso supremo en el mundo venidero. El descanso de Josué es incompleto y necesita una consumación que solamente viene por medio de Cristo. “Porque si Josué les hubiera dado reposo, Dios no habría hablado de otro día después de ese” (Heb 4:8).
De esta idea se derivan al menos dos aspectos cruciales. Primero, la vida en el mundo actual conlleva un trabajo difícil. Esto está implícito en la idea del viaje, que es fundamental en la historia del Éxodo. Todos los que han viajado alguna vez saben que cualquier viaje requiere una gran cantidad de trabajo. Hebreos usa la idea central del reposo para representar no solo el descanso, sino también el trabajo que lo rodea. Trabajamos seis días y después descansamos. De igual forma, trabajamos duro en Cristo en el viaje de nuestra vida, y después descansamos en Cristo cuando se cumpla el reino de Dios. Desde luego, Hebreos no está queriendo decir que no hacemos nada más que trabajar, ya que, como veremos pronto, también hay momentos de descanso. Tampoco está diciendo que la actividad termina cuando el reino de Cristo se cumpla. El punto es que los cristianos tienen trabajo que hacer en el aquí y ahora. No debemos sentarnos en el desierto, ponernos cómodos y esperar que Dios aparezca y haga que nuestras vidas sean perfectas. Dios está trabajando a través de Cristo para hacer que el mundo vuelva a ser lo que Él quiso desde el principio. Somos privilegiados por ser invitados a participar en este gran trabajo.
El segundo punto está relacionado con el reposo y la adoración semanales. Es importante notar que el autor de Hebreos no aborda el tema del día de reposo semanal, ni para afirmarlo ni para condenarlo. Probablemente supuso que sus lectores acataban el día de reposo de alguna manera, aunque no lo sabemos con certeza. En Hebreos, el valor del descanso semanal se determina por sus consecuencias para el reino venidero. ¿Descansar ahora nos une más profundamente con la promesa de Dios del descanso futuro? ¿Esto nos sustenta en el viaje de la vida? ¿Guardar el día de reposo ahora es un acto de fe con el que celebramos el gozo que será completo en la eternidad? Realmente parece que cierta clase de reposo sagrado (como sea que se dé en cualquier comunidad determinada), sería una forma ideal de recordarnos que nuestro trabajo no es un ciclo interminable de monotonía que no conduce a ningún lado, sino que es una actividad con propósito que incluye la adoración y el descanso.
Visto de esta manera, nuestra rutina de trabajo semanal —tanto los seis días como el séptimo— pueden convertirse en ejercicios de consciencia espiritual. Cuando sentimos el escozor de la maldición sobre el trabajo (Gn 3:16–19) por medio de los colapsos económicos, la mala gestión, los compañeros de trabajo chismosos, los familiares desagradecidos, la remuneración inadecuada y otros, nos recordamos a nosotros mismos que los arrendatarios humanos han perjudicado gravemente la casa de Dios y anhelamos su restauración completa. Cuando nuestro trabajo va bien, nos recordamos a nosotros mismos que la creación de Dios, y nuestro trabajo en ella, son buenos, y que en cierta medida nuestro buen trabajo fomenta Sus propósitos para el mundo. En nuestro día de reposo, le dedicamos tiempo a la adoración y el descanso.
J. Laansma, I Will Give You Rest: The Rest Motif in the New Testament with Special Reference to Mt 11 and Heb 3–4 [Les daré descanso: el diseño del descanso en el Nuevo Testamento con una referencia especial a Mt 11 y Heb 3–4], vol. 98, Wissenschalftliche Untersuchungen zum Neuen Testament (Tübingen: Mohr Siebeck, 1997).