Temas de dinero (Hebreos 13:5-6)
La segunda exhortación relacionada con el trabajo en el capítulo 13 habla del amor al dinero: “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: ‘Nunca te dejaré; jamás te abandonaré’” (Heb 13:5). Este mandato de ser libres del amor al dinero indica que las presiones financieras eran uno de los problemas específicos que enfrentaban los lectores originales de este libro. Esto ya se había mencionado en Hebreos 10:32–36 e indirectamente en Hebreos 11:25–26. Tal vez el énfasis en la “ciudad” futura (Heb 11:10; 12:22; 13:14) se debía en parte a que experimentaban una hostilidad económica y social en la ciudad en la que vivían en su época.
Tenemos plena confianza en la protección y la provisión de nuestro Dios, pero esto no nos garantiza de ninguna forma que disfrutaremos una vida de prosperidad material. Jesús nunca nos prometió una vida fácil y es posible que nuestro duro trabajo no sea recompensado con riquezas o lujos en esta vida. El punto de Hebreos 13:5–6 es que el Señor proveerá todo lo que necesitamos para una vida fundada en la fe. Desde luego, muchos creyentes fieles han experimentado grandes dificultades financieras, y puede que incluso hayan muerto por causa de frío extremo, sed, hambre, enfermedades o cosas peores. Murieron de esa forma por medio de la fe, no por falta de ella. El autor de Hebreos está perfectamente consciente de esto, habiendo narrado historias de cristianos que sufrieron torturas, burlas, palizas, encarcelamiento, apedreamiento, pobreza, persecución, tormentos, que fueron cortados en dos, asesinados con espada y deambularon por montañas, desiertos, en cuevas y hoyos en la tierra (Heb 11:35–38). Al final, las promesas de Dios y nuestras oraciones serán cumplidas, así como lo fueron para Su Hijo, por medio de la resurrección de los muertos (Heb 5:7–10). Este libro tiene una visión económica transformada: que nuestras necesidades son satisfechas en el avance del reino de Dios, no en nuestra prosperidad personal. Por tanto, si no tenemos nada, no nos desesperamos; si tenemos suficiente, estamos contentos; y si tenemos mucho, lo sacrificamos por el bien de otros.
La advertencia en contra del amor al dinero no surge de la idea de que el reino de Dios en la creación, el mundo material, es de alguna forma menos espiritual que el reino de Dios en el cielo. En cambio, surge de la conciencia sobrecogedora de que, en un mundo caído, el amor por el dinero crea un apego al orden actual que obstruye nuestro trabajo por la transformación del mundo. Si el dinero es la razón principal por la que tomamos un trabajo, fundamos una empresa, nos postulamos a un puesto, nos unimos a una iglesia, escogemos nuestros amigos, invertimos nuestros recursos y nuestro tiempo, o encontramos pareja, entonces no estamos viviendo por fe.