La economía de la generosidad radical (Hechos 2:45; 4:34-35)
Un debate permanente cuestiona si estos sumarios de la comunidad defienden cierto sistema económico. Algunos comentarios describen la práctica de la comunidad como “protocomunismo” y otros identifican una enajenación obligatoria de los bienes. Sin embargo, el texto no sugiere que se intenten modificar las estructuras fuera de la comunidad cristiana. De hecho, sería difícil pensar que un grupo pequeño, marginado y sin poder social tuviera planes de cambiar el sistema económico imperial y de hecho, es claro que la comunidad no renunció totalmente a dicho sistema. De igual manera, los pescadores seguían siendo miembros de cárteles de pescadores y los artesanos seguían haciendo negocios en el mercado.[1] Después de todo, Pablo siguió fabricando tiendas para sustentar sus viajes misioneros (Hch 18:3).
En cambio, el texto sugiere algo mucho más demandante. En los primeros tiempos de la iglesia, las personas adineradas y poderosas liquidaban sus posesiones por el bien de los menos adinerados (Hch 4:34) según la necesidad de cada uno (Hch 2:45; 4:35). Esto indica que la condición normal de las posesiones de las personas era de una disponibilidad radical. Es decir, los recursos —materiales, políticos, sociales o prácticos— de cualquier miembro se ponían a disposición constante de la comunidad cristiana, incluso aunque los miembros individuales siguieran supervisando sus recursos particulares. En vez de prescribir sistemáticamente la distribución de la riqueza del tal manera que se asegurara una igualdad completa, la iglesia primitiva aceptaba la realidad del desequilibrio económico, pero practicaba una generosidad radical a través de la cual los bienes existían verdaderamente para el beneficio de la comunidad, no del individuo. En muchas formas, esta clase de generosidad constituye un desafío mayor que un sistema rígido de reglas. Este llama a una capacidad de respuesta, un involucramiento mutuo en la vida de los miembros de la comunidad y una disposición continua a no aferrarse a las posesiones, valorando más las relaciones en la comunidad que la seguridad (falsa) de las posesiones.[2]
Es bastante probable que este sistema que funciona dentro de otro sistema haya sido inspirado por los ideales económicos que se encuentran en la ley de Israel, que tiene su punto culminante en la práctica del jubileo —la redistribución de la tierra y las riquezas en Israel una vez cada cincuenta años (Lv 25:1–55). Dios diseñó el jubileo para garantizar que todas las personas tuvieran acceso a los medios para ganarse la vida, un ideal que parece que el pueblo de Dios nunca ha practicado ampliamente. Sin embargo, Jesús comienza Su ministerio con un conjunto de textos de Isaías 61 y 58 que nombra muchos temas del jubileo:
“El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del Señor”. (Lc 4:18–19)
La ética del jubileo también se menciona en Hechos 4:34, en donde Lucas nos dice que “no había, pues, ningún necesitado entre ellos”. Esto parece ser un reflejo directo de Deuteronomio 15:4, en donde la práctica del año de reposo (un evento de mini-jubileo una vez cada siete años) es diseñada para asegurar que “no habrá menesteroso entre vosotros”.
Es correcto que la comunidad cristiana vea este modelo como un ejemplo para su vida económica. Sin embargo, aunque en el antiguo pueblo de Israel el año de reposo y el jubileo debían practicarse solo cada siete y cincuenta años respectivamente, la disponibilidad radical era lo que caracterizaba los recursos de la comunidad cristiana primitiva. Podemos imaginarlo en términos similares al sermón del monte. “Habéis oído que se dijo a los antepasados, ‘devuelvan su tierra a aquellos que no tienen tierras una vez cada cincuenta años’ pero Yo os digo, ‘cada vez que vean la necesidad, pongan a disposición de otros su poder y sus recursos’”. La generosidad radical basada en las necesidades de otros se convierte en el fundamento de la práctica económica en la comunidad cristiana. Analizaremos esto con más profundidad por medio de los sucesos en el libro de Hechos.
Las prácticas de las iglesias primitivas constituyen un reto para que los cristianos contemporáneos piensen e imaginen modelos de generosidad radical hoy en día. ¿Cómo podría ser la disponibilidad radical un testigo del reino de Dios y constituir una forma alternativa plausible para estructurar la vida humana en una cultura marcada por la búsqueda persistente de la riqueza y seguridad personales?
Philip A Harland, Associations, Synagogues, and Congregations: Creating a Place in Ancient Mediterranean Society, (Minneapolis: Augsburg Fortress, 2003); John S. Kloppenborg, “Collegia and Thiasoi: Issues in Function, Taxonomy and Membership,” in Voluntary associations in the Graeco-Roman world, edited by John S. Kloppenborg and S.G. Wilson, 16-30, (London/New York: Routledge, 1996).
Christopher M. Hays, Luke’s Wealth Ethics: A Study in Their Coherence and Character [La ética de Lucas acerca de la riqueza: un estudio de su coherencia y carácter], Wissenschaftliche Untersuchungen zum Neuen Testament [Investigación académica del Nuevo Testamento] 2.275 (Tubinga: Mohr-Siebeck, 2010), analiza a fondo la ética de la riqueza en Lucas y Hechos.