Una comunidad justa es un testimonio para el mundo (Hechos 2:47; 6:7)
Cuando los recursos se usan correctamente en la vida de la comunidad cristiana —como ocurre después de la selección de los servidores de las mesas en Hechos 6— la comunidad se convierte en un imán. La vida de justicia de la comunidad —caracterizada principalmente por el uso del poder y las posesiones considerando a los demás— atrae a las personas hacia sí misma y a su cabeza, Jesús. Cuando la comunidad usa sus posesiones y privilegios para darle vida a los que tienen necesidades, cuando los recursos del individuo están destinados totalmente a beneficiar a otros en la comunidad, las personas acuden en multitudes para hacer parte de ella. Ya hemos visto que “el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos” (Hch 2:47). Esto también es evidente en las repercusiones del servicio empoderado por el Espíritu en Hechos 6. El trabajo de los siete diáconos que construye comunidades y promueve la justicia resulta en vida para muchos: “la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes obedecían a la fe” (Hch 6:7).