El trabajo del liderazgo comunitario es un trabajo del Espíritu Santo (Hechos 6:3)
Los trabajadores que son más idóneos para solucionar la división étnica en la comunidad en Hechos 6 son más aptos porque se les reconoce por ser “llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”. Así como los que son aptos para la oración y la predicación, la habilidad de los que sirven las mesas es el resultado del poder espiritual. Nada menos que el poder del Espíritu hace posible el trabajo significativo, de edificación de la comunidad, de construcción de paz entre los cristianos. Este pasaje nos ayuda a ver que todo el trabajo que edifica la comunidad o, más ampliamente, promueve la justicia, la bondad y la belleza, es —en un sentido profundo— servicio (o ministerio) para el mundo.
En nuestras iglesias, ¿reconocemos la equivalencia del ministerio del pastor que predica la Palabra, la madre y el padre que proporcionan un hogar amoroso para sus hijos y el contador que da un informe justo y honesto de los gastos de su empleador? ¿Entendemos que todos son dependientes del Espíritu para hacer su trabajo por el bien de la comunidad? Toda clase de buen trabajo tiene la capacidad —por el poder de Espíritu— de ser un medio de participación en la renovación de Dios del mundo.