El evangelio y los límites de la vocación y la participación (Hechos 19:17-20)
Hechos 19:13–16 presenta una historia peculiar acerca del arrepentimiento de “muchos de los que practicaban la magia” (Hch 19:19). Ellos juntaron sus libros de magia y los quemaron en público y Lucas nos dice que el valor de los rollos que estos convertidos quemaron era cincuenta mil piezas de plata. Esto se ha estimado como el equivalente a 137 años de sueldo continuos de un jornalero o el pan suficiente para alimentar a 100 familias por 500 días.[1] La integración a la comunidad del reino de Dios tiene un impacto económico y vocacional enorme.
Aunque no es claro si los que se arrepintieron de su participación en la magia se estaban arrepintiendo del medio por el cual se ganaban la vida, es poco probable que una colección tan costosa de libros fuera un simple pasatiempo. Aquí vemos que el cambio en la vida que causa la fe en Jesús se refleja inmediatamente en una decisión vocacional —un resultado bien conocido en el Evangelio de Lucas. En este caso, los creyentes vieron que era necesario abandonar completamente su antigua ocupación.
En muchos otros casos, es posible mantener la misma vocación, pero se vuelve necesario practicarla de una forma diferente. Por ejemplo, imagine que un vendedor ha construido su negocio vendiéndoles seguros innecesarios a personas de la tercera edad. Ese vendedor tendría que dejar su práctica, pero podría seguir vendiendo seguros si opta por una línea de producto que beneficie a las personas que lo compren. Puede que las comisiones sean más bajas (o puede que no), pero la profesión les ofrece bastantes oportunidades para alcanzar el éxito de forma legítima a muchos trabajadores con principios éticos.
La situación es mucho más difícil en el caso de las ocupaciones que se podrían desempeñar de forma legítima, pero en las que las prácticas ilícitas están arraigadas tan minuciosamente que es difícil competir sin violar los principios bíblicos. Muchos funcionarios públicos en países con altos niveles de corrupción enfrentan este dilema. Es posible ser un inspector de construcciones honesto, pero es difícil si el pago oficial es de diez dólares a la semana y además el supervisor exige un pago mensual de cien dólares para permitirle mantener el trabajo. Un cristiano en esa situación enfrenta una decisión difícil. Si todas las personas honestas dejaran sus profesiones, sería aún peor para la sociedad. Pero si es difícil o imposible ganarse la vida de forma honesta en esa profesión, ¿cómo puede permanecer allí un cristiano? Este es un tema que Lucas analiza en Lc 3:9, cuando Juan el bautista les aconseja a los soldados y a los recaudadores de impuestos que se queden en sus trabajos pero que abandonen la extorsión y el fraude que la mayoría de sus colegas practicaban. (Para más información sobre este pasaje, ver la sección de Lucas 3:1–14 en “Lucas y el trabajo”).
Darrell L. Bock, Acts [Hechos], Baker Exegetical Commentary on the New Testament [Comentario exegético Baker del Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Baker, 2007), 605.