El hombre paralítico (Marcos 2:1-12)
La historia en la que Jesús sana a un hombre paralítico plantea la pregunta de qué significa teología del trabajo para aquellos que no tienen la capacidad de trabajar. El hombre paralítico, antes de su sanación, es incapaz de tener un trabajo para sustentarse. Como tal, depende de la gracia y compasión de las personas a su alrededor para su supervivencia diaria. A Jesús le impresiona la fe de los amigos de este hombre. Su fe es activa y demuestra cuidado, compasión y amistad con alguien que fue excluido de las recompensas financieras y relacionales del trabajo. En su fe, no existe una separación entre ser y hacer.
Jesús ve su esfuerzo como un acto de fe colectiva. “Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mr 2:5). Desafortunadamente, la comunidad de fe desempeña un papel muy pequeño en la vida laboral de la mayoría de los cristianos en el Occidente moderno. Incluso si recibimos ayuda y ánimo en la iglesia en cuanto a nuestro trabajo, casi es seguro que sean ayuda y apoyo de tipo individual. Anteriormente, la mayoría de los cristianos trabajaban con las mismas personas con las que iban a la iglesia, así que las iglesias podían aplicar fácilmente las Escrituras a las ocupaciones compartidas de los obreros, campesinos y dueños de casas. En cambio, no es común que en la actualidad los cristianos occidentales trabajen en los mismos lugares que otras personas de su misma iglesia. Sin embargo, es común que los cristianos actuales tengan el mismo tipo de trabajo que otros en sus comunidades religiosas y por esto, podría existir una oportunidad de compartir sus desafíos y oportunidades laborales con otros creyentes que tienen ocupaciones similares. Sin embargo, esto ocurre pocas veces. A menos que encontremos una forma en la que grupos de cristianos puedan apoyarse unos a otros, crecer juntos y desarrollar alguna clase de comunidad cristiana relacionada con el trabajo, estaremos perdiendo la naturaleza comunal de la fe que es tan esencial en Marcos 2:3–12.
Entonces, en este breve episodio observamos tres aspectos: (1) El trabajo tiene el propósito de beneficiar tanto a los que pueden sustentarse a sí mismos, como a los que no pueden hacerlo por medio del trabajo; (2) la fe y el trabajo no están separados en ser y hacer, sino que están integrados en acción y potenciados por Dios; y (3) el trabajo hecho en fe clama por una comunidad de fe que le sirva de apoyo.