El llamado de Leví (Marcos 2:13-17)
El llamado de Leví es otro incidente que ocurre mientras Jesús camina (Mr 2:13–14). El pasaje enfatiza la naturaleza pública de estos llamados. Jesús llama a Leví mientras le está enseñando a una multitud (Mr 2:14) y Leví es visto primero “sentado en la oficina de los tributos”. Su ocupación lo convertía en una persona despreciada por muchos de sus contemporáneos galileos. Existe cierto grado de debate sobre la fuerza con la que la tributación romana y herodiana se sintió en Galilea, pero la mayoría piensa que el problema era doloroso. La recaudación real de impuestos la realizaban los cobradores de impuestos privados por contratación. Un recaudador de impuestos pagaba el impuesto de su territorio completo por adelantado y después cobrara los impuestos individuales de la población. Para que esto fuera rentable, les cobraba a los habitantes una cantidad mayor que la tasa de impuestos real y se quedaba con el recargo. De esta manera, las autoridades romanas delegaban el delicado trabajo en términos políticos de la recaudación de impuestos a miembros de la comunidad local, pero eso llevó a una alta tasa efectiva de tributación y abrió las puertas a toda clase de corrupción.[1] Es probable que este fuera uno de los factores que contribuyeron a la pérdida de tierras en Galilea, ya que los dueños de los terrenos pedían préstamos para pagar los impuestos y después, si sus cosechas eran escasas, perdían sus propiedades como garantía. El hecho de que veamos inicialmente a Leví en su oficina de tributos significa que él es, en efecto, un símbolo viviente de la ocupación romana y un recordatorio del hecho de que algunos judíos eran colaboradores de los romanos por voluntad propia. La relación que se establece en Marcos 2:16 entre los recaudadores de impuestos y “los pecadores” confirma la asociación negativa.[2]
En donde Lucas enfatiza que Leví deja todo para responder al llamado de Jesús (Lc 5:28), Marcos simplemente relata que Leví lo sigue. Luego de esto, el recaudador de impuestos prepara un banquete, les abre las puertas de su casa a Jesús y sus discípulos y a un grupo diverso que incluye a otros recaudadores de impuestos y “pecadores”. Aunque esta imagen parece la de un hombre que busca compartir el evangelio con sus compañeros de trabajo, es probable que la realidad sea un poco más sutil. La “comunidad” de Leví comprende a sus colegas y otros que, como “pecadores”, son rechazados por figuras prominentes en la comunidad. En otras palabras, su trabajo causaba que fueran parte de una subcomunidad que tenía relaciones sociales de alta calidad internamente, pero relaciones de mala calidad con las comunidades circundantes. Esto es real para muchas clases actuales de trabajo. Nuestros compañeros de trabajo pueden estar mucho más dispuestos a escucharnos a nosotros de lo que están nuestros vecinos. Ser un miembro de una comunidad laboral puede ayudarnos a propiciar un encuentro entre nuestros compañeros de trabajo y la realidad del evangelio. Es interesante que la hospitalidad de ofrecer una comida comunal es una parte importante del ministerio de Jesús e indica una forma concreta por la cual se pueden organizar tales encuentros. La hospitalidad de un almuerzo con los compañeros de trabajo, un rato para correr o hacer ejercicio en el gimnasio o compartir una bebida después del trabajo, puede construir relaciones más profundas con nuestros compañeros. Estas amistades tienen un valor duradero en sí mismas y por medio de ellas, el Espíritu Santo puede abrir la puerta a una clase de evangelismo que ocurre dentro de una amistad.
Esto plantea una pregunta. Si los cristianos actuales organizaran una comida con sus compañeros de trabajo, los amigos en su vecindario y los amigos de su iglesia, ¿de qué hablarían? La fe cristiana tiene mucho que decir acerca de cómo ser un buen trabajador y un buen vecino. Pero, ¿los cristianos saben cómo hablar acerca de esos temas en un lenguaje común que sus colegas y vecinos pueden entender? Si el tema de conversación pasa a ser el lugar de trabajo o temas cívicos tales como la búsqueda de trabajo, el servicio al cliente, los impuestos sobre bienes raíces o la zonificación, ¿seríamos capaces de hablar de forma significativa a los no creyentes acerca de la forma en que los conceptos cristianos aplican en tales temas? ¿Nuestras iglesias nos preparan para estas conversaciones? Parece que Leví —o Jesús— fue capaz de hablar de forma pertinente acerca de la forma en la que el mensaje de Jesús era relevante para la vida de las personas que estaban allí reunidas.
(El tema de los impuestos reaparecerá más adelante en el Evangelio, así que esperaremos para presentar algunas de nuestras preguntas acerca de la actitud de Jesús al respecto).
Bruce Malina and Richard Rohrbaugh, A Social-Scientific Commentary on the Synoptic Gospels (Minneapolis: Fortress, 1992), 189-190.
El texto misnaico m. Tohorot 7:6 afirma que cuando un recaudador de impuestos entra en una casa, esta se vuelve impura.