Los trabajadores de la viña (Mateo 20:1-16)
Esta parábola se encuentra únicamente en el Evangelio de Mateo y se trata del dueño de una viña que contrata a unos jornaleros en diferentes momentos del día. Los que fueron contratados a las seis de la mañana trabajan todo el día y los que fueron contratados a las cinco de la tarde solamente trabajan una hora. Sin embargo, el dueño de la viña les paga a todos el salario del día completo (un denario). Él se asegura de que todos sepan que están recibiendo el mismo pago a pesar de que trabajaran durante una cantidad de horas diferente. No es sorprendente que aquellos que fueron contratados primero se quejen de que trabajaron más y no ganaron más dinero que los que comenzaron a trabajar tarde.
Pero respondiendo él [el dueño], dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? ... “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?” Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos”. (Mt 20:13, 15–16)
A diferencia de la parábola del sembrador (Mt 13:3–9; 18–23), Jesús no proporciona una interpretación específica, por lo cual, los eruditos han hecho muchas interpretaciones. Ya que el pueblo en la historia se compone de trabajadores y administradores, algunos aseguran que se trata del trabajo. En ese caso, parece concluir, “no compare su salario con el de los demás” o “no esté insatisfecho si otros reciben una mejor paga o si trabajan menos que usted en un trabajo similar”. Se podría argumentar que estas son buenas prácticas para los trabajadores. Si usted gana un salario decente, ¿por qué debería sentirse miserable si a otros les va mejor? Sin embargo, esta interpretación de la parábola también se puede usar para justificar las prácticas laborales injustas o abusivas. Algunos trabajadores pueden recibir salarios más bajos por razones injustas, como la raza, el sexo o la condición migratoria. ¿Jesús quiere decir que debemos estar contentos cuando nosotros u otros trabajadores son tratados de forma injusta?
Por otra parte, pagarles lo mismo a los empleados sin considerar cuánto trabajo hacen es una práctica de negocios cuestionable. ¿Esto no motivaría a todos los trabajadores para llegar al trabajo a las cinco de la tarde el día siguiente? ¿Y qué hay de hacer público el sueldo de todos? Aunque sí reduce la intriga, ¿es una buena idea obligar a los que trabajan más horas a que vean mientras que otros, que trabajaron solo una hora, reciben exactamente el mismo sueldo? Parece una acción deliberada para causar un enfrentamiento laboral. Si tomamos la parábola literalmente, no parece que pagar por un mal desempeño sea una receta para el éxito empresarial. ¿En realidad Jesús promueve esta práctica salarial?
Tal vez la parábola no trata realmente acerca del trabajo. Como contexto, encontramos los ejemplos sorprendentes de Jesús sobre aquellos que pertenecen al reino de Dios: por ejemplo, los niños (Mt 19:14), que legalmente ni siquiera son dueños de sí mismos. Él aclara que el reino no les pertenece a los ricos o al menos no a muchos de ellos (Mt 19:23–26), sino que les pertenece a aquellos que lo siguen, en particular si sufren pérdidas por esa causa. “Muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros” (Mt 19:30). Inmediatamente después de esta parábola encontramos otro final con las mismas palabras: “los últimos serán primeros, y los primeros, últimos” (Mt 20:16). Esto indica que la historia es una continuación de la discusión acerca de aquellos a quienes les pertenece el reino. La entrada al reino de Dios no se gana por nuestro trabajo o acción, sino por la generosidad de Dios.
Una vez que entendemos que la parábola se trata de la generosidad de Dios en el reino de los cielos, aún nos podemos seguir preguntando cómo aplica en el trabajo. Si usted está recibiendo un sueldo justo, el consejo acerca de estar contento con su salario sigue vigente. Si otro trabajador recibe un beneficio inesperado, ¿no sería mejor alegrarse en vez de refunfuñar?
Pero también existe una aplicación más amplia. El dueño en la parábola les paga a todos los trabajadores lo suficiente para sustentar a sus familias.[1] La situación social en la época de Jesús era que muchos pequeños agricultores eran expulsados de sus tierras por causa de las deudas que debían adquirir para pagar los impuestos romanos. Esto incumplía el mandato del Dios de Israel de que la tierra no se le podía quitar a las personas que la trabajaban (Lv 25:8–13), pero por supuesto, esto no les importaba a los romanos. Por consiguiente, grandes grupos de hombres desempleados se reunían cada mañana, esperando que los contrataran por el día. Eran los trabajadores desplazados, desempleados y subempleados de la época. Los que siguen esperando a las cinco de la tarde tienen poca oportunidad de ganar lo suficiente para comprar el alimento de día para sus familias, pero de todas formas, el dueño de la viña les paga incluso a ellos el salario del día completo.
Si el dueño de la viña representa a Dios, este es un mensaje poderoso de que en el reino de Dios, los trabajadores desplazados y desempleados pueden encontrar un trabajo que cubra sus necesidades y las necesidades de los que dependen de ellos. Ya hemos visto a Jesús diciendo que “el obrero es digno de su alimento” (Mt 10:10 RVC). Esto no significa necesariamente que los empleadores terrenales tienen la responsabilidad de satisfacer todas las necesidades de sus empleados. Los empleadores terrenales no son Dios. Más bien, la parábola es un mensaje de esperanza para todos los que luchan por encontrar un empleo adecuado. En el reino de Dios, todos encontraremos un trabajo que satisfará nuestras necesidades. Además, la parábola también es un reto para aquellos que están involucrados en determinar las estructuras del trabajo en la sociedad actual. ¿Los cristianos pueden hacer algo para potenciar este aspecto del reino de Dios en la actualidad?
Un denario era el salario estándar de un día en la Palestina del primer siglo.