Una comunidad de líderes (Romanos 16)
El capítulo 16 de Romanos contradice las suposiciones de muchas personas acerca de la naturaleza del trabajo de Pablo —es decir, que era una figura solitaria y heroica, que soportaba las dificultades para llevar a cabo su llamado solitario y exaltado de difundir el evangelio entre los gentiles. Sin embargo, en Romanos 16, Pablo aclara que su trabajo era un esfuerzo comunitario. Él menciona por su nombre a veintinueve trabajadores y a muchos más en términos como “la iglesia que está en su casa” y “a los hermanos con ellos”. La lista de Pablo le da un valor equitativo al trabajo tanto de mujeres como de hombres sin distinción de roles para cada uno y parece que incluye personas de varios estatus sociales. Claramente, varios de ellos son ricos y algunos pueden ser libertos. Otros pueden ser esclavos. Pablo alaba el trabajo particular de muchos, tales como los que “expusieron su vida” (Ro 16:4), “que ha trabajado mucho” (Ro 16:6), “compañeros de prisión” (Ro 16:7), los que han “trabajado mucho en el Señor” (Ro 16:12) o actuaron “como una madre para mí” (Ro 16:13, NVI). También menciona el trabajo de Tercio, quien escribió la carta (Ro 16:22) y Erasto, “el tesorero de la ciudad” (Ro 16:23).
Observar a Pablo dentro de un círculo tan amplio de compañeros de trabajo debilita el énfasis del occidente moderno en la individualidad, especialmente en el lugar de trabajo. Como todos los que nombra, Pablo trabajó en comunidad por el bien de la comunidad. Esta sección final de la carta nos muestra que el evangelio está en el trabajo de todos. No todos son apóstoles, ni estamos llamados a dejar nuestro trabajo y viajar por el mundo predicando, lo cual queda claro por la lista de Pablo de los dones variados en Romanos 12:6–8. Sin importar qué clase de trabajo ocupa nuestro tiempo, somos llamados a actuar como siervos de las buenas nuevas de salvación de Dios para todas las personas. (Ver “Trabajar como miembros los unos de los otros”, en Romanos 12:4–8).
Estos saludos también nos recuerdan que los líderes de la iglesia son trabajadores. Algunas veces es tentador considerar que el trabajo de Pablo es diferente a otras clases de trabajo. Pero que Pablo se refiera repetidamente al trabajo de aquellos que nombra, nos recuerda que lo que es real en el ministerio de Pablo es real para todos los lugares de trabajo. Aquí, en donde pasamos gran parte del tiempo cada semana, es donde aprenderemos a caminar en novedad de vida (Ro 6:4) o donde seguiremos envueltos en el poder de la muerte. En nuestras relaciones en el trabajo se nos invita a buscar el bien de los demás, según el modelo de Cristo. En el trabajo de nuestras mentes, corazones y manos, que con frecuencia es rutinario, es donde se nos ofrece la oportunidad de convertirnos en canales de la gracia de Dios para otros.
En los últimos versículos de Romanos, es evidente que ningún trabajo se destaca aisladamente, sino que están entretejidos con los trabajos de otros. Pablo reconoce a aquellos que han ido delante de él, que le pasaron la fe, aquellos que han trabajado a su lado y a los que han arriesgado su vida por él y por su trabajo común. Este punto de vista nos llama a observar toda la estructura de la comunidad que constituye nuestro lugar de trabajo, para considerar todas las vidas que se entrelazan con la nuestra, apoyando y realzando lo que somos capaces de hacer, todos los que renuncian a algo que podrían querer para sí mismos con el fin de beneficiarnos y beneficiar el trabajo que va más allá de nosotros en el mundo de Dios.