Vivir bajo el poder de Dios (Romanos 13)
Pablo dice, “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas” (Ro 13:1). Sabiendo que los sistemas del gobierno romano no eran conforme a la justicia de Dios, este consejo debe haber sido difícil de escuchar para algunas de las iglesias en Roma. ¿Cómo podría ser una forma de vivir en el Espíritu obedecer al emperador romano idólatra y despiadado? La respuesta de Pablo es que Dios es soberano sobre toda autoridad terrenal y que Dios tratará con las autoridades a su debido momento. Incluso Roma, con todo el poder que tuvo, estaba sujeta al poder de Dios en última instancia.
Con frecuencia, en el lugar de trabajo es verdad que “los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal” (Ro 13:3). Por lo general, los jefes organizan el trabajo con eficacia y crean un ambiente justo para resolver disputas. Comúnmente, las cortes resuelven casos que involucran patentes, títulos de propiedad, relaciones laborales y contratos de forma justa. A menudo, los organismos de regulación sirven para proteger el medioambiente, prevenir el fraude, hacer cumplir las políticas de seguridad laboral y asegurar el acceso igualitario a las oportunidades para vivienda. Por lo general, la policía detiene a los criminales y ayuda a los inocentes. El hecho de que incluso las autoridades no creyentes hagan las cosas correctamente de manera frecuente, es una muestra de la gracia de Dios en el mundo.
Sin embargo, las autoridades en los negocios, el gobierno y en todos los lugares de trabajo pueden hacer las cosas terriblemente mal y algunas veces abusar del poder para sus fines egoístas. Cuando esto sucede, es útil distinguir entre los poderes generados humanos (incluso aunque sean importantes) y el poder de Dios que está encima, detrás y a través de toda la creación. Con frecuencia los poderes humanos están mucho más cerca de nosotros y tienden a bloquear nuestra visión del movimiento de Dios en la vida. Este pasaje sirve como un ánimo para discernir en dónde Dios está activo y unir nuestra vida a aquellas actividades de Dios que fomentarán la verdadera plenitud de vida para nosotros y para todos.
Las personas que trabajaban en Tyco International cuando Dennis Kozlowski era el Director ejecutivo deben haberse preguntado por qué él podía salirse con la suya luego de robar los fondos de la compañía para pagar su estilo de vida personal extravagante. Podemos imaginar que los que trataban de trabajar con integridad tuvieran temor por su trabajo. Algunos que tenían principios éticos hasta cierto punto puede que hayan sucumbido ante la presión de participar en los planes de Kozlowski. Sin embargo, eventualmente Kozlowski fue descubierto, acusado y condenado por hurto agravado, conspiración y fraude.[1] Aquellos que confiaron en que la justicia sería restaurada en algún momento terminaron en el lugar correcto de la historia.
Pablo les ofrece un consejo práctico a los cristianos en Roma que estaban viviendo en el lugar central de las autoridades humanas más poderosas que el mundo occidental había conocido: obedezca la ley, pague sus impuestos y pagos comerciales, respete y honre a aquellos que tienen posiciones de autoridad (Ro 12:7). Tal vez algunos habían pensado que, como cristianos, deberían rebelarse contra la injusticia romana. Pero parece que Pablo ve egocentrismo en su actitud y no una actitud centrada en Dios. La rebeldía por interés propio no los preparará para el “día” de Dios que se acerca (Ro 13:12).
Por ejemplo, en algunos países la evasión de impuestos es tan común que no se pueden proveer servicios necesarios, el soborno (para permitir la evasión) corrompe a los funcionarios de todo nivel y la carga fiscal se distribuye injustamente. El gobierno pierde legitimidad ante la vista de los contribuyentes y de los evasores de impuestos. La inestabilidad civil retrasa el crecimiento económico y el desarrollo humano. Sin duda, gran parte del dinero que se recoge se usa para propósitos que no concuerdan con los valores cristianos y muchos cristianos pueden responder evadiendo impuestos igual que todos los demás. Pero, ¿qué pasaría si los cristianos se comprometieran, de forma organizada, a pagar sus impuestos y a monitorear el uso de los fondos por parte del gobierno? Podría tomar décadas reformar el gobierno de esta manera pero ¿funcionaría eventualmente? El argumento de Pablo en Romanos 12 indica que así sería.
Muchos cristianos viven en países democráticos hoy día, lo que les da una responsabilidad adicional de votar por leyes sabias que expresan la justicia de Dios de la mejor forma posible. Una vez que se cuentan los votos, tenemos la responsabilidad de obedecer las leyes y las autoridades, incluso si no estamos de acuerdo con ellas. Las palabras de Pablo implican que debemos obedecer a las autoridades legítimas, incluso si estamos trabajando para cambiar las injustas a través de medios democráticos.
En todos los ámbitos de la vida, tenemos una responsabilidad continua de resistir y transformar todos los sistemas injustos, siempre poniendo el bien común por encima del interés personal. Incluso así, debemos mostrar respeto a las autoridades, sea en el trabajo, la escuela, la iglesia, el gobierno o la vida civil. Creemos que el cambio no ocurre porque expresamos nuestra indignación, sino porque Dios es soberano sobre todo.
Pablo termina el capítulo 13 anotando que al amar a otras personas, cumplimos los mandamientos. Vivir en el Espíritu cumple inherentemente la ley judía, incluso si los que lo hacen no la conocen. Él reitera que esto no viene por medio del esfuerzo humano, sino por el poder de Cristo en nosotros. Su conclusión es, “vestíos del Señor Jesucristo” (Ro 13:14).
Michael J. De La Merced, “Released from Prison” [Liberado de prisión], New York Times, Diciembre 4 del 2013, B6.