La comerciante Lidia (Hechos 16)
Nuestra primera historia se trata de una mujer del pueblo de Tiatira, al noreste de Turquía, conocido por sus gremios de artesanos, especialmente el gremio de los profesionales expertos en la producción y venta de la costosa tinta púrpura. Lidia era miembro de ese gremio. No sabemos cómo fue que una mujer se había convertido en una de aquellos profesionales, pero cuando la conocemos, ella había cruzado al noreste de Grecia y había establecido su centro de negocios en la ciudad romana de Filipos. Como vendedora de la escasa y costosa tinta púrpura, Lidia debe haber tenido suficiente riqueza para invertir en esa industria.
En Hechos 16 nos enteramos de que, aunque había nacido y había sido criada para creer en los dioses y diosas de Tiatira, Lidia no adoraba al panteón de dioses venerados en su ciudad natal. Antes bien, se había convertido en una «temerosa de Dios». Ya había dado un importante paso para distanciarse de su crianza religiosa y había investigado las afirmaciones judías acerca de un solo Dios y quería saber más. (Muchos temerosos de Dios se convertían en prosélitos judíos). Conocemos a Lidia en la rivera del río en Filipos con un grupo de mujeres que se habían reunido allí a orar. Fue allí que Pablo y Silas se encontraron con ella y le hablaron de Jesús, y allí ella pasó a ser la primera convertida al cristianismo en Grecia.
Lidia, convencida de la verdad del evangelio cristiano y creyendo que este era para todos, testificó a toda su casa, y junto con ella todos fueron bautizados. Los apóstoles se quedaron en su casa por varias semanas, instruyéndola a ella y su casa en lo que necesitaba como nueva seguidora de Jesús. Allí en su amplia casa ella inició la primera iglesia cristiana en suelo griego, recibiendo a otros nuevos creyentes en la comunión de la fe.
Lidia tuvo éxito tanto en su trabajo profesional como en su labor social o espiritual de cuidar de la naciente iglesia griega. Muy probablemente, el conocimiento y los contactos que ella cultivaba como comerciante le ayudaron en su labor eclesiástica, y viceversa. En Lidia vemos a una mujer cuya habilidad e intereses no se limitan a un área reducida. En efecto, vemos que tanto por su posición en el comercio como por su conocimiento de la fe ella estaba particularmente calificada para iniciar la iglesia en Grecia.