Las enseñanzas de Jesús incluyen a mujeres
Los cuatro relatos evangélicos del ministerio terrenal de Jesús contienen la mención de más mujeres que prácticamente cualquier otro escrito secular de aquella época. En ellos escuchamos a Jesús elogiar a mujeres por su fe (la mujer cananea en Mateo 15:28; Marta en Juan 11:26-27) o por su generosidad (la donación de una viuda pobre, Marcos 12:43-44). Las incluyó en sus enseñanzas (sobre una mujer que prepara pan, Mateo 13:33; o una mujer que busca una moneda perdida, Lucas 15:8-10). Contrario a la costumbre, él les hablaba a las mujeres libremente en público (Juan 8:10-11) y les enseñaba teología (Lucas 10:39). Les confió el mensaje de la resurrección mientras los discípulos varones estaban escondidos por temor a las autoridades judías.
En contraste con algunos de los discípulos, ninguna mujer lo abandonó, lo traicionó, o descreyó de sus palabras. A causa de su fe, su comprensión y su fidelidad, las mujeres a menudo fueron ejemplos para los hombres. Y tras la ascensión de Jesús al cielo de Dios, estas mismas mujeres fieles estaban con los hombres en oración en un aposento alto en Jerusalén esperando la promesa del Espíritu de Dios para prepararlos para continuar el ministerio.
Algunas personas sugieren que, dado que más adelante en el Nuevo Testamento no volvemos a escuchar de estas mujeres, ellas nunca fueron más que benefactoras de Jesús en su ministerio terrenal. Pero tampoco escuchamos de todos excepto dos de los discípulos en el resto del Nuevo Testamento. No obstante, conocemos la fuerte tradición de que Tomás fue a India como evangelista y plantador de iglesias. Suponemos que todos ellos (excepto el suicida Judas) se dispersaron en todas direcciones, llevando el evangelio de Jesús a los confines de la tierra conocida.
El libro de Hechos inicialmente sigue la labor de Pedro como líder de la iglesia en sus comienzos en Jerusalén (y la batuta pronto se traspasa a Jacobo, el hermano de Jesús, no Jacobo el discípulo). Luego se reanuda la historia con el apóstol Pablo, quien trabaja a veces con Bernabé, a veces con Silas. Y es aquí donde encontramos los fascinantes relatos de mujeres de variadas profesiones que se volvieron seguidoras de Jesús y entusiastas trabajadoras en las nuevas iglesias esparcidas por el Imperio Romano.
Esta es la verdadera historia de cinco mujeres trabajadoras, cuyas profesiones originales eran totalmente diversas, pero que terminaron en la misma sorprendente posición. Nuestra autoridad para sus historias es el apóstol Pablo. Encontramos sus relatos en dos lugares: en la narración de Lucas de las primeras iglesias cristianas, en particular mientras él viajaba con el apóstol Pablo, luego en las cartas del apóstol.